Introducción: una amenaza silenciosa y letal
A lo largo de las últimas décadas, tanto ciudadanos israelíes como comunidades judías en la diáspora —término que designa a quienes residen fuera del Estado de Israel— han sido blanco de ataques motivados por el antisemitismo o las tensiones derivadas del conflicto israelí-palestino.
El caso más reciente tuvo lugar en Estados Unidos, donde dos jóvenes empleados de la embajada de Israel fueron asesinados por un “lobo solitario”: un individuo sin vínculos operativos con grupos terroristas pero radicalizado ideológicamente y capaz de ejecutar ataques con precisión y frialdad. Este hecho reaviva la preocupación internacional sobre una forma de terrorismo difícil de prever y contener.
Evolución de los ataques terroristas contra Israel y la diáspora
Ataque en Múnich (1972)
Uno de los antecedentes más emblemáticos fue el atentado durante los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. El grupo palestino Septiembre Negro secuestró y asesinó a once atletas y entrenadores israelíes, marcando un hito en el terrorismo internacional.
Los atentados en Argentina
En América Latina, Argentina fue escenario de dos de los atentados más trágicos contra la comunidad judía.
Embajada de Israel (1992): Una bomba explotó en la sede diplomática israelí en Buenos Aires, provocando 22 muertos y 242 heridos.
AMIA (1994): El ataque a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina dejó 85 muertos y más de 300 heridos. Es considerado el mayor atentado terrorista en la historia del país y el más grave contra una comunidad judía desde la Segunda Guerra Mundial.
Según la justicia argentina y servicios de inteligencia como la CIA y el Mossad, el atentado fue planeado por el régimen iraní y ejecutado por Hezbolá, quienes fueron motivados por el alineamiento de Argentina con Estados Unidos e Israel.
Francia: Toulouse (2012) y Porte de Vincennes (2015)
En marzo de 2012, Mohamed Merah, ciudadano francés de origen argelino, asesinó a tres niños y un adulto en una escuela judía de Toulouse. Años después, en enero de 2015, Amedy Coulibaly atacó un supermercado kosher en París, matando a cuatro personas. Este último ataque estuvo vinculado a la célula responsable del atentado contra Charlie Hebdo y fue reivindicado por el Estado Islámico.
Washington 2025: el nuevo caso de terrorismo solitario
El 22 de mayo de 2025, Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim, empleados de la embajada de Israel en Washington D.C., fueron asesinados a tiros frente al Museo Judío. El atacante, Elías Rodríguez, fue detenido en el lugar mientras gritaba “¡Palestina libre!”
Aunque se investiga como crimen de odio, las características del ataque apuntan a un nuevo caso de terrorismo perpetrado por un lobo solitario. A diferencia de los casos anteriores, no hay evidencia de conexiones con células organizadas, lo que lo vuelve aún más inquietante.
¿Qué es un lobo solitario en el contexto del terrorismo?
El término lobo solitario define a individuos que llevan a cabo actos terroristas por cuenta propia, sin vínculos directos con grupos organizados, aunque frecuentemente influenciados por ideologías o propaganda de estos grupos.
Características principales
Autonomía operativa: no requieren entrenamiento formal ni apoyo logístico externo.
Radicalización individual: muchas veces ocurre a través de redes sociales o foros en línea.
Dificultad de detección: carecen de comunicaciones trazables o patrones de comportamiento predecibles.
Vidino (2011) añade que esta modalidad representa un “nuevo paradigma de amenaza”, donde el radicalizado puede actuar con pocos recursos y sin alertar a los servicios de inteligencia.
Casos emblemáticos
Niza (2016): un atacante atropelló a decenas de personas en un atentado calificado como acción solitaria inspirada por el extremismo islamista.
Barcelona (2017): aunque existía una célula detrás, la ejecución fue realizada por un único actor radicalizado, lo que vincula el ataque a la lógica del terrorismo individual.
Ambos casos reflejan cómo el terrorismo solitario puede surgir de redes mayores, pero operativizarse en manos de un solo individuo con consecuencias devastadoras.
Conclusión: el lobo solitario, una amenaza creciente e imprevisible
El terrorismo de tipo lobo solitario representa una de las amenazas más complejas y difíciles de anticipar para la seguridad de Israel y de los países con importantes comunidades judías. Su carácter imprevisible, la influencia de discursos radicales en internet y su capacidad de causar daño con recursos mínimos lo convierten en un riesgo constante y de alto impacto.
Ante este escenario, tanto Israel como las comunidades judías en el mundo deben reforzar sus mecanismos de inteligencia, fomentar la cooperación internacional y desarrollar estrategias de prevención que permitan detectar de manera temprana los procesos de radicalización individual. Solo con un enfoque integral se podrá enfrentar eficazmente esta forma de terrorismo moderno que evoluciona al ritmo de las redes sociales y el extremismo digital.