Una intervención del senador José Mayans, fue la primera impresión que tuve del Congreso argentino. Me sorprendió, lo básico y lo primitivo de su argumentación, y el bajo nivel intelectual de un parlamentario, en un país al que considero que tiene un nivel superlativo en educación. Claro, luego supe que Mayans jamás había estudiado y, menos, trabajado y que llevaba ahí sentado, más de la mitad de toda su vida. Tal vez, por eso, el sedentarismo le había pasado una factura.
Formosa, de donde proviene Mayans, es la provincia que menos le aporta al PIB argentino, solo el 1 %, pero en la lógica del ultra Kirchnerismo, le daban el 3 % de las coparticipaciones del gobierno nacional, culpables de un pedazo del hueco fiscal que, en una lógica perversa, eso significa “hacer política”.
O cómo lo dijo Juan Manuel Santos, uno de los políticos más corruptos en toda la historia republicana de Colombia: “El difícil arte de gobernar”, que él lo entendía, como la virtud de comprar conciencias, repartiendo el erario público entre sus secuaces para mantenerlos de su lado y sus detractores para neutralizarlos.
El gobierno del presidente Javier Milei se dedica a exterminar, de raíz, esa conducta delictiva y, por supuesto, esto ha generado el rechazo y la resistencia al cambio, por parte de toda la minoría de hampones que, durante muchos años, se ha beneficiado de ese esquema de corrupción, fabricado en nombre de la “justicia social”.
Una gran injusticia social, en realidad, si tenemos en cuenta que roban a los argentinos de bien para repartirse el botín entre tipos de la calaña de Mayans y los demás políticos y burócratas de extrema izquierda. Incluso, llegaron a niveles aberrantes, al cometer crímenes de lesa humanidad, creando inanición mortal, a cambio de votos y de apoyos políticos.
Los hampones, estaban confiados antes del ballotage porque la constante había sido que, siempre, durante el periodo que ellos bautizaron con sorna “La Democracia”, ganaba uno de los suyos y cuando llegaba uno que no era parte de su banda, le daban golpe de Estado blando, en medio de una acción que consideran legítima e institucional, porque lo hacen diciendo que defienden “al pueblo”, cuando en la cruda realidad, lo único que defienden es el statu quo que les permita seguir apoderándose, de manera vitalicia, del multimillonario botín.
Ante la falta de argumentos y ante la contundencia de las pruebas de los crímenes perpetrados por la casta argentina, la violencia se hizo presente con el correr de los días, justificada en la “acción directa” del ultra marxista, Georges Sorel.
Sorel es el padre ideológico de la violencia como método para llegar a la revolución final comunista. Su método violento de la acción directa, fue adoptado por los comunistas Mussolini y Hitler, que crearon grupos terroristas urbanos, los Camisas Negras y los Camisas Pardas, dedicados a amedrentar a la población por tratarse de minorías que, con el terrorismo, han llegado y permanecido en el poder.
El video golpista de Enrique “Pepe” Albistur, ex secretario de Medios de Néstor Kirchner, filmado en la muy exclusiva playa de Pinamar, que usa una fachada de “empresario publicitario” para lavar el origen de su fortuna, obtenida después de su paso por el alto gobierno; muestra el afán del miembro promedio del club de beneficiarios del saqueo, que sueñan con tumbar al presidente Milei para poder volver a sus actividades delictivas, en paz.
Se muestran desesperados porque saben que eso significa que se fueron para jamás volver. El tiempo pasa y el éxito de las medidas económicas del presidente Javier Milei, se consolida. Hasta van en romería permanente al Vaticano, a pedir que se les haga el milagro y revisar sus cuentas en el IOR.\
Cada vez se hace más difícil para la extrema izquierda argentina sostener su narrativa en las calles, por eso recurren a los miembros de las Barras Bravas, subnormales incapaces de generar los recursos necesarios para poder pagar su entrada a un estadio, ávidos de dinero siempre para poder drogarse, dispuestos a cualquier cosa, hasta a instrumentalizar a ancianos jubilados que podrían ser sus abuelos, a cambio de unas monedas para poder asegurar la dosis diaria.
La gente pasó del fastidio al hastío, viendo a una caterva de desadaptados sociales, amedrentando a los periodistas, intentando asesinar a los policías, bloqueando las calles, destruyendo bienes públicos, prohibiendo la libre locomoción e incinerando autos, bicicletas y mobiliario urbano.
La intentona golpista permanente, provocando a la policía para que, cuando actúe, puedan culpar al alto gobierno de “dictador asesino” y exigir su renuncia, esto es de manual, aplicado en toda Hispanoamérica por el Progresismo troglodita. La sociedad argentina no soporta más esta situación de zozobra e incertidumbre y de miedo. Es evidente el rechazo al terrorismo, al vandalismo y al asesinato, desde todos los estamentos de la sociedad, diferentes al ultra peronismo kirchnerista.
El uso de escudos humanos, es otro rasgo común del terrorismo progresista mundial. En Buenos Aires usaron a ancianos jubilados. En Colombia usan a los niños que raptan las FARC y el ELN, mientras que son entregados como esclavos sexuales a sus nuevos dueños, como escudos humanos para que el ejército no pueda atacar sus guaridas en la mitad de la selva.
También, en Colombia, hubo profesores cómplices con las marchas terroristas del Progresismo, que llevaban a sus alumnos para ofrecerlos como carne de cañón y lograr objetivos de alto valor que forzaran a la renuncia del presidente Iván Duque, a cambio de cargos en los gobiernos progresistas. El actual director de Crédito Público de Colombia y la actual Alta Consejera para la Relaciones Internacionales de Bogotá DC, son un par de ejemplos de lo que digo.
El éxito de Benito Mussolini en la Marcha sobre Roma (1922), que llevó a la extrema izquierda italiana a tomar el poder, fue la ausencia total del ejército del rey Víctor Manuel III de Saboya. El fracaso del Putsch de Múnich (1923), fue culpa de la presencia de la policía que evitó que se consumara el golpe de Estado perpetrado por el partido nacional socialista obrero alemán en contra del gobierno de la República de Weimar.
Esto se lo saben de memoria los herederos argentinos de Mussolini y de Hitler. Eso explica su ataque permanente a las Fuerzas Armadas, a las que pretenden ver arruinadas, desmoralizadas, diezmadas, sin capacidad operativa para que puedan derrocar al gobierno, sin mayor oposición o resistencia.
Existen elementos comunes al método y a la estrategia terrorista usada en otros países de la región. Las banderas de Palestina, por ejemplo, son usadas por los terroristas de La Primera Línea, los Camisas Negras de Gustavo Petro.
El relevo de la fachada de la marcha “pacífica” de unos ancianos jubilados por los salvajes encapuchados, es un proceso de manual, que sirve, de paso, para desconocer culpas. “A esa hora ya no estábamos nosotros”, “esos no fuimos nosotros, esos son infiltrados”, “esos son policías disfrazados de terroristas”, es lo que dicen los políticos involucrados en el complot, los que pretenden salir airosos y no ser judicializados.
La forma de “producción” de las piedras usadas para lapidar a los policías, los cócteles Molotov, la destrucción del patrimonio de los argentinos sin ningún pudor, la celebración jubilosa porque saben que aseguraron su pago, son rasgos idénticos a lo visto en otros lugares, que solo puede ser obra de extranjeros o de argentinos entrenados por extranjeros, cómo en la Universidad de Buenos Aires (UBA), que el “míster” de toda la actividad terrorista, era un colombiano.
Los regímenes que son hermanos gemelos de la oposición argentina, parecen como si estuvieran enviando a temidos terroristas, sacados de las cárceles, en un Mariel contemporáneo. La obsesión enfermiza de Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum, por evitar la permanencia del presidente Javier Milei en la Casa Rosada, es la misma obsesión enfermiza mostrada por el Kirchnerismo.
No es necesario ser científico de cohetes para intuir quiénes están detrás del terrorismo y de las permanentes intentonas golpistas en Argentina.