Introducción
El peronismo y el sindicalismo en Argentina forman una fuerza política casi indistinguible. Este último actúa como su “guardia pretoriana”, siendo raro encontrar una representación de trabajadores que no pertenezca al Partido Justicialista. Esta simbiosis ha sido favorable cuando la presidencia está ocupada por un líder peronista; en cambio, cuando el gobierno es de otro signo político, el paro nacional se convierte en la herramienta para obstaculizar cualquier reforma no peronista. Esta situación se ha manifestado en el primer gobierno democrático y se repite en el siglo XXI con Javier Milei, quien enfrentará un nuevo paro nacional el próximo 10 de abril, contabilizando cuatro en menos de dos años de gestión. Este fenómeno plantea un “déjà vu” en su forma casi mafiosa.
Los Sindicatos: La Auténtica Guardia Pretoriana del Peronismo
La Guardia Pretoriana en la antigua Roma simbolizaba el poder y la corrupción. Esta unidad militar se estableció para proteger al emperador y mantener el orden, llegando a influir en la política romana, incluso derrocando emperadores o proclamando nuevos líderes. Una situación similar puede observarse a lo largo de los 42 años de democracia en Argentina, donde los sindicatos han sido el epicentro de innumerables actos de corrupción. Aunque ya no se emplea la fuerza militar, su medio de coacción consiste en paros nacionales y bloqueos, enmascarados como reclamos genuinos. Estas herramientas generan inestabilidad y ejercen presión casi mafiosa sobre quienes intentan desafiar el status quo establecido por las fuerzas peronistas.
Los Paros Nacionales Simbólicos Durante la Gestión de los Fernández
El sindicalismo, como guardia pretoriana, guarda sus reclamos hasta que un gobierno no peronista ocupa la Casa Rosada. Durante la pandemia de COVID-19, se reportaron cifras alarmantes sobre el cierre de pequeñas y medianas empresas (PYMEs). Según un informe de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), publicado en 2020, aproximadamente el 30% de las PYMEs cerraron y enfrentaro un alto riesgo de cierre debido a la crisis generada por la pandemia. Las medidas adoptadas por la gestión de los Fernández llevaron a que miles de PYMEs a qué no pudieran soportar la falta de ingresos y las restricciones impuestas durante el aislamiento. La inflación alcanzó niveles inauditos, y la devaluación de la moneda pasó de 60 pesos por dólar a 1200 al final del mandato. Sin embargo, los sindicatos sólo organizaron dos paros nacionales durante este periodo.
El Déjà Vu de los Sindicatos con los Gobiernos No Peronistas
Desde la llegada de la democracia en Argentina, el entonces presidente Raúl Alfonsín intentó implementar el Proyecto de Reordenamiento Sindical, que buscaba dividir a la CGT en múltiples sindicatos para lograr un vínculo más concreto entre algunos sectores y el partido. Este intento de desmantelar la guardia pretoriana no se concretó y resultó en 13 paros nacionales, que se gestaron antes de que Alfonsín asumiera la presidencia.
El Siglo XXI y el Récord de un Paro a Javier Milei
El gobierno de Javier Milei es el que más rápidamente ha enfrentado un paro nacional, anunciado a los pocos días de asumir, aproximadamente a los 15 o 19 días. Al igual que Alfonsín, Milei propone modificar la actividad sindical, lo que podría llevar a una mayor flexibilización del mercado laboral. Esto se debe a que los sindicatos han creado organizaciones desconectadas de sus representados, donde el nepotismo y la corrupción son constantes. En comparación con países como Chile o Colombia, más horizontales en su confirmación, los sindicatos argentinos se han quedado arcaicos.
Ante el nuevo paro nacional, el vocero Adorni aclaró: “Pocos trabajadores son los que representan a ciencia cierta, porque el trabajador lo que quiere es trabajar, y ha hecho una lectura de que, en los últimos 40 años, lo único que han logrado los sindicatos es aumentar la informalidad laboral a niveles récord y destruir el salario del trabajador”.
Conclusión
La relación entre el sindicalismo argentino y el peronismo ha creado un ciclo de poder que ha perpetuado la corrupción y la ineficiencia en la representación de los trabajadores. A medida que se avecinan nuevos desafíos bajo el gobierno de Javier Milei, la historia parece repetirse, evidenciando un sistema que favorece la inacción y la presión a través de paros nacionales. Para avanzar hacia un futuro más equitativo y eficiente, es fundamental replantear el papel de los sindicatos y su relación con el Estado, buscando una representación que realmente defienda los intereses de los trabajadores y promueva un desarrollo sostenible para el país.