A pesar del giro pro occidental del gobierno de Javier Milei y su firme respaldo a Ucrania en la guerra contra Rusia, la influencia del Kremlin en Argentina continúa generando preocupación. Heredera de acuerdos y afinidades gestados durante la era kirchnerista, la presencia rusa en el país se manifiesta tanto en el ámbito diplomático como a través de operaciones encubiertas y campañas de desinformación.
Un país vulnerable y una puerta de entrada geopolítica
La debilidad estructural de Argentina —caracterizada por su fragilidad económica, crisis institucionales y escasa vigilancia migratoria y documental— ha convertido al país en un terreno fértil para el avance de intereses extranjeros. En ese contexto, Rusia encontró durante los gobiernos kirchneristas una vía de inserción en América Latina con escasa resistencia, a través de acuerdos estratégicos, afinidades ideológicas y gestos diplomáticos.
Uno de los episodios más representativos de ese acercamiento ocurrió en febrero de 2022, cuando el entonces presidente Alberto Fernández, durante una visita oficial al Kremlin, se ofreció ante Vladimir Putin como “puerta de entrada” de Rusia a América Latina. El gesto, pronunciado en un momento de máxima tensión internacional por la inminente invasión a Ucrania, fue interpretado como un claro alineamiento político. En esa misma reunión, Putin agradeció que Argentina fuera el primer país del hemisferio occidental en registrar y aplicar la vacuna Sputnik V, una decisión que priorizó afinidades políticas por sobre la evidencia científica del momento.
Continuidades encubiertas: espías, propaganda y redes de influencia
Pese al cambio de signo político en el gobierno y al claro posicionamiento internacional de Javier Milei —quien ha condenado abiertamente la invasión rusa y expresado su respaldo a Volodímir Zelensky en múltiples foros—, los rastros de la penetración rusa en Argentina siguen presentes y generan inquietud.
Uno de los casos más alarmantes fue revelado en 2023, cuando se descubrió que dos ciudadanos rusos operaban como agentes encubiertos en Europa utilizando documentación argentina auténtica. Ana Valerievna Dulceva y Artem Viktorovich Dulcev vivieron durante años en el barrio de Belgrano, en la Ciudad de Buenos Aires, donde tuvieron dos hijos y obtuvieron legalmente documentos de identidad bajo identidades falsas: María Rosa Mayer Muños y Ludwig Gisch. Fueron arrestados en Liubliana, Eslovenia, en diciembre de 2022, acusados de espionaje y falsificación. Aunque condenados, su liberación fue parte de un intercambio de prisioneros con Rusia, mediado por Turquía. El episodio expuso la facilidad con la que servicios extranjeros pueden usar las debilidades del sistema argentino.
Nueva etapa: denuncias en redes y vínculos con el espectáculo
En abril de 2025, la diputada nacional Lilia Lemoine reavivó el debate al acusar al régimen de Putin de financiar campañas de desinformación y propaganda en Argentina. A través de su cuenta en X (ex Twitter), Lemoine afirmó que agentes rusos estarían pagando a diputados, periodistas y figuras del espectáculo con el objetivo de manipular la opinión pública y generar inestabilidad. “Putin está metiendo guita en propaganda a cuatro manos, como siempre. Les pagan a diputados, periodistas y ahora hasta a los de Gran Hermano”, escribió, sugiriendo un alcance cada vez mayor de las operaciones de influencia rusa en diversos sectores sociales y culturales.
Aunque sus declaraciones no fueron seguidas por una denuncia judicial formal, coincidieron con otros episodios que apuntan a una estrategia de guerra híbrida desplegada desde Moscú también en América Latina.
El incidente ruso de tránsito y la diputada Pagano
Otro hecho revelador fue el escándalo diplomático originado cuando un ciudadano ruso, con estatus diplomático, fue detenido para realizar un control de alcoholemia. Negándose por horas y finalmente escoltado hasta la sede diplomática. Lo que encendió las alarmas fue la reacción de la diputada nacional Marcela Pagano, quien denunció a los agentes de tránsito y pidió investigar su conducta. Aunque su intervención fue presentada como una defensa de las garantías individuales, el hecho generó suspicacias sobre posibles vínculos o simpatías políticas, sobre todo considerando que el implicado era un funcionario ruso y que el accionar de Pagano contradecía el lineamiento internacional adoptado por el presidente Milei, perteneciente a su mismo partido político, la Libertad Avanza.
Milei, Zelensky y el nuevo alineamiento argentino
El gobierno de Javier Milei ha adoptado una postura internacional clara y sin ambigüedades. El presidente argentino ha expresado en múltiples oportunidades su apoyo irrestricto al gobierno ucraniano y ha condenado la invasión rusa como una amenaza directa a la soberanía de los Estados y al orden internacional liberal. En foros como el G20 y la ONU, Milei no solo defendió a Ucrania, sino que también abogó por el aislamiento diplomático de Putin y por el fortalecimiento de las alianzas con Estados Unidos, Europa e Israel.
Este giro contrasta notablemente con la política exterior de Alberto Fernández, que priorizó vínculos con regímenes autoritarios como Rusia, Irán y China, muchas veces en detrimento de las democracias occidentales.
Rusia, Irán y China: un triángulo de influencia bajo revisión
El gobierno de Milei ha iniciado una revisión crítica del triángulo de influencia extranjera conformado por Rusia, Irán y China. En el caso de Irán, la denuncia de su injerencia en la región —especialmente a través de Hezbollah en la Triple Frontera— ha sido constante, y se busca desarticular el lobby político que sectores del kirchnerismo han sostenido durante años.
Asimismo, se han encendido alertas en torno a las inversiones chinas en sectores clave como infraestructura, energía y tecnología, ante el riesgo de que comprometan la seguridad nacional y la soberanía económica. La administración Milei ha dejado en claro su intención de alinear a Argentina con los valores democráticos de Occidente, privilegiando la transparencia, la seguridad y el respeto al orden internacional.
Conclusión
Aunque Argentina atraviesa un proceso de realineamiento geopolítico bajo la conducción de Javier Milei, los resabios de la influencia rusa persisten en diversas capas del entramado político, social y diplomático. Desde operaciones de inteligencia encubierta hasta campañas de desinformación, el accionar del Kremlin en el país evidencia que el cambio de postura gubernamental no garantiza, por sí solo, la erradicación de redes de poder construidas durante años. En un mundo atravesado por guerras híbridas y disputas de influencia, el desafío para la Argentina es doble: consolidar su alineamiento con las democracias liberales y fortalecer sus instituciones para impedir que actores autoritarios aprovechen sus debilidades internas. Solo así podrá blindarse frente a injerencias externas que comprometen su soberanía y su estabilidad democrática.