La obra pública ha sido, históricamente, un pilar en los discursos de los gobiernos socialistas o de izquierda, presentada como una herramienta esencial para el desarrollo, la igualdad y el bienestar colectivo. Sin embargo, detrás de esta fachada de progreso, se oculta con frecuencia un mecanismo sofisticado de corrupción que permite a las élites políticas enriquecerse a costa de los pueblos que dicen defender. Los socialistas disfrazan sus esquemas de robo bajo el manto de la inversión pública, generando obras que no funcionan bien, se deterioran rápidamente o, en muchos casos, nunca se terminan.
Este artículo explora cómo este patrón se repite en distintos países, con ejemplos concretos como el caso de Cristina Kirchner en Argentina y las obras de infraestructura en México. Además, analizamos la ineficiencia de empresas estatales como Pemex y Aerolíneas Argentinas, y contrastamos la decisión de Javier Milei y Federico Sturzenegger de eliminar la obra pública en Argentina con la insistencia de otros países en perpetuar estos proyectos, evidenciando cómo sustentan una casta parasitaria que vive del esfuerzo ajeno.
La obra pública como excusa para la corrupción
Los gobiernos de izquierda suelen justificar la obra pública como una inversión en el “bien común”, pero la realidad revela otra historia. Estas iniciativas, que implican contratos millonarios y licitaciones opacas, se convierten en un canal perfecto para desviar fondos públicos hacia bolsillos privados. Los socialistas, con su retórica de justicia social, utilizan esta narrativa para encubrir prácticas corruptas que estafan a los ciudadanos, dejando tras de sí proyectos mal ejecutados, inconclusos o de calidad deplorable.
Un caso emblemático es el de Cristina Kirchner en Argentina. En diciembre de 2022, la expresidenta fue condenada a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para cargos públicos por administración fraudulenta en la causa conocida como “Vialidad”. La Justicia comprobó que, durante su gestión (2007-2015), encabezó una asociación ilícita que defraudó al Estado por más de 84 millones de dólares mediante la adjudicación irregular de contratos de obra pública en la provincia de Santa Cruz. Estos contratos, otorgados en su mayoría al empresario Lázaro Báez, financiaron obras viales que, en muchos casos, quedaron inconclusas o fueron cobradas sin haberse ejecutado.
En México, el panorama no es muy diferente. Proyectos como el Tren Maya o la refinería Dos Bocas, impulsados por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, han sido señalados por irregularidades, sobrecostos y falta de transparencia. El Tren Maya ha enfrentado críticas por su impacto ambiental y por los retrasos en su construcción, mientras que la refinería Dos Bocas sigue sin operar a plena capacidad, con un costo disparado muy por encima de lo presupuestado.
Corrupción en la obra pública a nivel internacional
Este patrón de corrupción no es exclusivo de Argentina o México; es un fenómeno global:
- Brasil: Operación Lava Jato Uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia, que involucró a la constructora Odebrecht y a Petrobras en un esquema de sobornos a políticos para la adjudicación de obras públicas. Este caso salpicó a varios gobiernos de América Latina y llevó a la cárcel a figuras como Lula da Silva.
- España: Caso Gürtel y los ERE de Andalucía En el caso Gürtel, empresarios pagaban sobornos a cambio de contratos de construcción. En Andalucía, el fraude de los ERE desvió cientos de millones de euros que debían ir a desempleados.
- Venezuela: Infraestructura fantasma Proyectos como el puente Nigale en el Lago de Maracaibo o la ampliación del Metro de Caracas nunca se terminaron, pese a recibir financiamiento millonario.
- Perú: La Carretera Interoceánica Este proyecto fue sobrevalorado en miles de millones de dólares y estuvo plagado de corrupción, con el expresidente Alejandro Toledo implicado en sobornos de Odebrecht.
- Italia: El escándalo del MOSE en Venecia Un sistema de barreras contra inundaciones que costó más de 6.000 millones de euros, con sobrecostos y sobornos que llevaron a arrestos masivos.
Empresas estatales: pozos sin fondo de ineficiencia y subsidios
Otro pilar del amor socialista por la intervención estatal son las empresas públicas, que terminan siendo focos de ineficiencia y corrupción. En México, Pemex arrastra una deuda de más de 100.000 millones de dólares, con una infraestructura obsoleta y gestión deficiente. En Argentina, Aerolíneas Argentinas ha sido subsidiada durante años sin lograr rentabilidad, sirviendo solo a los intereses sindicales.
Argentina: Milei y Sturzenegger cortan el nudo gordiano
Conscientes de este círculo vicioso, Javier Milei y su ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, han decidido eliminar la obra pública como política estatal. “La obra pública no vuelve más”, declaró Sturzenegger, argumentando que el sector privado puede asumir estas tareas de manera más eficiente, sin las distorsiones del intervencionismo estatal. Esto incluye también la privatización de empresas deficitarias como Aerolíneas Argentinas.
México: La obstinación en el robo institucionalizado
En contraste, México sigue apostando por obras públicas y empresas estatales ineficientes, beneficiando a una casta política parasitaria que vive del esfuerzo de los ciudadanos. Mientras Argentina rompe con la corrupción estructural, México insiste en mantenerla.
Conclusión
El amor de los zurdos por la obra pública no es casualidad: es el disfraz perfecto para la corrupción. Casos en Argentina, México, Brasil, Perú, Venezuela y España muestran que estos proyectos, lejos de beneficiar a los pueblos, los estafan y los endeudan. Mientras algunos países empiezan a cortar con esta práctica, otros insisten en perpetuarla, demostrando que el socialismo solo puede sostenerse a través del robo institucionalizado.