El exjefe de espías durante el Gobierno de Eduardo Duhalde evaluó lo ocurrido durante las últimas dos marchas de jubilados y habló sobre el rol de la Inteligencia en la Argentina.
Como suele ocurrir luego de una protesta que termina con graves incidentes, la marcha de jubilados de la semana pasada volvió a abrir la discusión sobre el rol de las fuerzas de seguridad en la represión y el debate entre quienes hablan de “manifestantes desestabilizadores” e “infiltrados de inteligencia” que provocan los disturbios.
El extitular de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) Miguel Ángel Toma aseguró que “infiltrados hay siempre”, pero apuntó contra “personajes que responden a intereses partidarios o ideológicos” y rechazó que estos pudieran formar parte de las propias fuerzas de seguridad. “Eso es lo que plantean los sectores más radicalizados de izquierda para sacarse de encima la responsabilidad de iniciar la violencia”, disparó.
Además, Toma remarcó la necesidad de que la Inteligencia se vuelva “una política de Estado” ante las muchas amenazas estratégicas que enfrenta la Argentina y advirtió sobre la insuficiencia de fondos, a la vez que cuestionó las políticas de “espionaje interno” que asoció a los gobiernos del kirchnerismo. En ese sentido, valoró la gestión del Gobierno de Javier Milei a la hora de “reprofesionalizar” la estructura de la SIDE, aunque consideró que los primeros 6 meses a cargo de Silvestre Sívori “fueron un desastre”.
Preguntas
- Venimos de semanas agitadas en torno a la discusión sobre la seguridad pública y los hechos de violencia que ocurrieron la semana pasada en el Congreso. ¿Qué cree que sucedió en la primera marcha y qué diferencias ve con la de este miércoles?
Desde el punto de vista de la acción de control por parte de las fuerzas de seguridad, ha habido un cambio importante entre la manifestación del miércoles anterior respecto de la de esta semana. Esta fue mucho más eficiente porque hubo un mecanismo de contacto y de elaboración compartida del Ministerio de Seguridad, la Secretaría de Inteligencia, de Transporte y del Ministerio de Justicia. Esto facilitó muchísimo un mejoramiento del dispositivo y evitó la confrontación entre manifestantes y fuerzas de seguridad. Es decir, hubo un cambio de calidad que espero que se mantenga como criterio, porque se permitió la protesta, que es un derecho legítimo, pero también que se hiciera en orden y sin acciones de violencia mutua que terminan lamentablemente en situaciones que nadie quiere vivir.
- Como una persona que ha tenido mucha trayectoria y relación con los servicios de inteligencia, ¿qué opina cuando escucha las versiones de que cuando se producen incidentes es por la intervención de supuestos agentes de seguridad infiltrados que motivan disturbios?
Infiltrados hay siempre, por supuesto. Cuando son reclamos legítimos como el caso de los jubilados, cuya situación hace mucho tiempo viene siendo cada vez peor, muchas veces se infiltran personajes que responden a intereses partidarios o ideológicos y terminan convirtiendo una manifestación legítima, pacífica, en una situación de violencia. En la primera de las manifestaciones había muchísima violencia y no era el tono de la protesta que hubo este miércoles. También hubo un dato importante, ayer participó el gremialismo y las estructuras sindicales son mucho más ordenadas y tienen otros mecanismos de ordenamiento interno. Eso para mí le ha puesto también un límite a los sectores más radicalizados, que normalmente son los que provocan la violencia. Es decir, ha habido un criterio de razonabilidad de ambas partes, tanto de los que protestaban y obviamente de parte de los que tenían que generar el control, o sea, las fuerzas de seguridad.
- ¿En su experiencia, usted conoce casos donde esos infiltrados puedan provenir de fuerzas estatales que generen los disturbios?
Eso generalmente es lo que plantean los sectores más radicalizados de izquierda, que para sacarse de encima la responsabilidad de iniciar la violencia dicen ‘ah no, fueron los infiltrados del Gobierno’. Eso es típico, parte de una maniobra histórica de estos sectores radicalizados, normalmente de izquierda. Están repitiendo metodologías que por conocidas realmente no generan efecto en la opinión pública.
- ¿Cuál tiene que ser hoy la función de un servicio de inteligencia en el mundo en el que vivimos, en Argentina particularmente?
Primero y principal, hay que definir que es la inteligencia. La Ley 25.520, de la que yo fui coautor cuando era diputado, la hicimos en conjunto con el oficialismo de la época, cuando gobernaba De la Rúa, año 2001, y todas las fuerzas políticas con representación parlamentaria. En esa ley se define claramente qué es la inteligencia: una actividad indelegable del Estado por la cual se encuentran protegidos intereses estratégicos de la nación frente a amenazas de naturaleza interna o externa. Para eso tiene que estar direccionada.
- ¿Cómo evalúa la gestión de la Inteligencia durante los últimos gobiernos democráticos?
Lamentablemente, durante los gobiernos kirchneristas su rol se fue degradado progresivamente y lo que debiera ser inteligencia se convirtió en espionaje interno. Se empezó a utilizar estructuras que utilizaban metodologías de la inteligencia para hacer espionaje y armaron una estructura ilegal y paralela en cabeza militar, César Milani, que utilizando fondos del Estado hacía tareas de persecución, de control y de represión social. El famoso carpetazo, la persecución de opositores, curas, empresarios o periodistas que no coincidían con el dictado del oficialismo de la época. Eso desnaturaliza a la inteligencia y en la opinión pública, comprensiblemente, apareció la idea de que la inteligencia es eso oscuro que persigue. Y no, eso es el espionaje interno que se hace afuera del marco de la ley y lo hacen los gobiernos autoritarios.
- ¿Cómo evalúa la gestión actual del Gobierno de Javier Milei?
Este gobierno, al igual que el de Mauricio Macri en su momento, heredó una pesada carga del kirchnerismo, que tenía mucha gente dentro de la SIDE. Hubo que hacer una tarea de desmonte y reconstrucción de la estructura. Durante el gobierno de Macri, más allá de las buenas intenciones, no se logró del todo este objetivo y durante el gobierno de Alberto Fernández se volvió a estas prácticas donde la estructura de la Secretaría de Inteligencia pasó a ser una suerte de agencia de colocaciones de La Cámpora. Los primeros seis meses de la Inteligencia de este Gobierno, a cargo de Silvestre Sívori, fueron espantosos, realmente no se hizo nada. Con la modificación y la aparición de las nuevas autoridades, Sergio Neiffert y más recientemente Diego Kravetz, sí se ha iniciado un proceso muy interesante. Yo tengo diálogo con ellos y en la medida de mi experiencia aporto todo lo que se puede aportar, porque esto tiene que ser una política de Estado y independientemente de los posicionamientos partidistas.
- ¿Qué nos puede contar de la actual cúpula?
Yo creo que están haciendo un buen trabajo. Están buscando la reprofesionalización de la estructura. Han puesto al frente de la Escuela Nacional de Inteligencia a dos personas muy valiosas como el ‘Tata’ Jofre, su director, y Marcelo Marienhoff, su número 2. Al mismo tiempo han reconstituido la relación con los servicios colaterales. Las amenazas estratégicas de un país provienen del exterior, aunque se manifiesten internamente. El terrorismo, el narcotráfico, la trata, el tráfico de armas, el lavado de dinero comienzan afuera y se expresan adentro, de manera que reconstruir la relación con los servicios colaterales es un elemento sustancial para ser eficiente en la neutralización interna de esas amenazas. En ese camino se está andando bien. No es una tarea que vaya a ser ni sencilla ni en el corto plazo, pero lo importante es que se está caminando en ese objetivo.
- ¿Qué opina de las impugnaciones que se hicieron sobre Neiffert por su supuesta falta de experiencia en materia de Inteligencia?
Yo en esto voy a ser muy taxativo, una cosa es ser un oficial de inteligencia y otra cosa es estar capacitado para conducir una estructura de inteligencia. El señor 5 tiene que tener la suficiente experiencia política y de conducción como para conducir una estructura compleja. Ahora, quienes tienen que ejecutar la tarea en la direccionalidad que indica la conducción y que debe controlar la conducción, tienen que ser profesionales. Es decir, son los agentes, los oficiales de inteligencia, los que hacen esa tarea. Desde esa perspectiva, me parece importante la incorporación de Diego Kravetz, porque viene de una experiencia no solo política, sino también en la práctica, respecto de temas de la seguridad que perfectamente son aplicables a la actividad de inteligencia, particularmente en el área de inteligencia e Interior. Además está en el área de Inteligencia Exterior Alejandro Colombo, que es un hombre de vastísima experiencia en el campo de la inteligencia.
- Se habla mucho de la influencia que tendría el asesor presidencial Santiago Caputo sobre la dirección de la SIDE.
No lo conozco personalmente. Lo ubico obviamente por lo que aparece en los medios. Se habla mucho de su incidencia en la nominación de Sergio Neiffert, pero mi relación y mi trato es con la estructura, con Neiffert y Kravetz, con la más absoluta transparencia y de lo que uno puede aportar desde la experiencia.
- El año pasado surgió un debate alrededor de los fondos reservados para la SIDE por decreto que finalmente rechazó el Congreso. ¿Qué le pareció esa discusión y cómo ve el actual financiamiento de la Secretaría de Inteligencia
Los 80 millones de dólares de la famosa asignación extrapresupuestaria que generó tanto ruido en su momento y que después fue rechazada la verdad que no alcanzaba para nada. El presupuesto que dejaron de la estructura de la SIDE -que no nos olvidemos que no hay presupuesto actual, sino que se ha prorrogado el anterior- no es razonable en términos de las amenazas que existen, que hoy son muy complejas.
- ¿Podría mencionar algunas?
Estamos frente a una situación regional muy compleja. Tenemos un vecino que es Bolivia, un narcoestado que además tiene una alianza estratégica con un estado terrorista, Irán. Ellos han desarrollado recientemente un acuerdo de transferencia de tecnología militar y el propio ministro de Defensa de Bolivia reconoció que van a recibir drones supuestamente para el control de la frontera, que son los mismos que utiliza Rusia para atacar Ucrania. Bolivia también está otorgando pasaportes legítimos con identidades falsas a agentes que provienen de Cuba, de Venezuela, de Rusia, de China o de Irán. Otro problema es la Triple frontera, donde conviven Hezbolá, que es un proxy de Irán y responsable de los atentados de la embajada y el de la AMIA, que está además aliado con el PCC y el Comando Vermelho, las dos más importantes organizaciones del narcotráfico de Brasil que juntan entre amabas más de 30.000 hombres armados. Ni hablar del narcotráfico, la hidrovía, etc. Puedo nombrar diez amenazas estratégicas más. Para todo eso, esos fondos serían insuficientes.
- ¿Qué tan efectivos son los controles que administran la transparencia de estos fondos?
La Ley 25.520 crea la Comisión Bicameral de Control de las Actividades de Inteligencia. Tiene todas las potestades para auditar el uso de los fondos. Es una comisión que actúa dentro de la reserva y el secreto que corresponde, pero el jefe de la SIDE tiene que ir, sentarse y decir en qué gastó. Hay manera de controlar la la operación y manera de controlar el uso de los fondos. Lo que pasa es que cuando en una estructura política legislativa el oficialismo tiene mayorías, como las tuvo el kirchnerismo, esas comisiones, tenían mayorías del oficialismo. Hoy es al revés y el oficialismo no tiene mayoría, por lo que pueden haber mayores instancias de control.
Articulo de la entrevista de Miguel Angel Toma en el medio MDZ