Introducción: La Paradoja de las Políticas Públicas
En la gestión pública, la tentación de “hacer algo” a menudo lleva a políticas que pretenden solucionar problemas sociales mediante la intervención del Estado. Sin embargo, como advierten los economistas de la Escuela Austríaca, estas intervenciones, aunque bien intencionadas, suelen distorsionar los mercados y generar resultados contraproducentes. El sistema de transporte en Argentina ofrece un claro ejemplo de cómo las políticas públicas pueden agravar los problemas que buscan resolver.
La Falacia de la Acción Gubernamental: Una Perspectiva Simple
Los economistas Ludwig von Mises y Friedrich Hayek son figuras clave en la crítica a la intervención del Estado en la economía. Sus teorías ayudan a entender por qué muchas veces las del gobierno, aunque bien intencionadas, pueden llevar a resultados acciones ineficientes y no deseadas.
El Problema del Cálculo Económico según Mises
Ludwig von Mises introdujo la idea del “problema del cálculo económico” para explicar por qué los sistemas socialistas, donde el gobierno controla los principales medios de producción y asignación de recursos, tienden a ser ineficientes. Según Mises, en una economía donde el Estado toma las decisiones económicas, falta un elemento crucial: los precios de mercado genuinos.
En un mercado libre, los precios son señales que informan a los productores y consumidores sobre la escasez o abundancia de bienes y servicios. Por ejemplo, si el precio de un producto aumenta, indica que hay más demanda que oferta, motivando a los productores a fabricar más de ese producto. Estos ajustes continuos aseguran que los recursos se utilicen donde más se necesiten.
Sin embargo, en un sistema donde el Estado decide cómo asignar los recursos, estos precios no reflejan la realidad del mercado. El gobierno, por lo tanto, toma decisiones basadas en estimaciones o políticas que no necesariamente corresponden a lo que la gente realmente necesita o quiere. Esto conduce a una asignación ineficiente de recursos, donde algunas cosas se producen en exceso mientras que otras escasean.
La “arrogancia fatal” de Hayek
Friedrich Hayek, por su parte, habló sobre lo que llamó la “fatal arrogancia” de los planificadores económicos. Esta es la creencia errónea de que un pequeño grupo de personas en el gobierno puede tener suficiente información y capacidad para tomar decisiones económicas que normalmente son tomadas por millones de individuos en el mercado. Hayek argumentó que el conocimiento en una sociedad es vasto y disperso, y ningún grupo central de planificadores puede captar y procesar toda esa información de manera eficaz.
Hayek creía que el mercado libre, con su proceso descentralizado de toma de decisiones a través de precios, es mucho más eficaz para coordinar la actividad económica que cualquier planificador centralizado. Cuando los planificadores intentan controlar la economía, ignoran que están interfiriendo con un proceso orgánico y complejo que se ajusta mejor a través de las interacciones de millones de personas, cada una con su propio conocimiento y necesidades.
Tanto Mises como Hayek nos enseñan que la intervención gubernamental en la economía a menudo falla porque ignoran la importancia de los precios de mercado como herramientas de información y la imposibilidad de centralizar todo el conocimiento necesario para la toma de decisiones económicas. Esto nos lleva a cuestionar si menos intervención gubernamental podría resultar en un uso más eficiente de los recursos y en una economía más dinámica y adaptativa.
Los Peligros de las Buenas Intenciones en Políticas Públicas
Las políticas públicas suelen estar diseñadas con objetivos loables: mejorar la calidad de vida, ofrecer servicios básicos accesibles o proteger a sectores vulnerables. Sin embargo, la realidad de sus resultados a menudo contradice sus nobles intenciones. Esta dicotomía se refleja en la crítica de Murray Rothbard sobre los “efectos no vistos” y se complementa con la observación de Frédéric Bastiat sobre lo que se ve y lo que no se ve en la economía.
Rothbard y los Efectos No Vistos
Rothbard enfatiza que las intervenciones estatales en la economía, aunque bien intencionadas, frecuentemente distorsionan los mercados de maneras que no se pueden prever completamente. En el contexto de los subsidios al transporte en Argentina, el objetivo visible era hacer el transporte más accesible económicamente para todos los ciudadanos. Lo que se ve claramente es la tarifa subsidiada: más baja de lo que sería sin la ayuda estatal.
Sin embargo, lo que no se ve —pero que Rothbard nos insta a considerar— son las consecuencias a largo plazo de estas intervenciones. Los subsidios han llevado a una dependencia de las empresas de transporte hacia el Estado, desincentivando la necesidad de mejorar la eficiencia o la calidad. La competencia se estanca porque nuevas empresas no pueden competir contra un operador subvencionado, lo que limita la innovación y la mejora en los servicios.
Bastiat y la Economía de lo No Visible
Frédéric Bastiat, en su ensayo “Lo que se ve y lo que no se ve”, argumenta que las políticas económicas deben evaluarse no solo por sus resultados inmediatos y visibles, sino también por sus efectos secundarios menos obvios ya menudo más perjudiciales. Aplicando este principio al caso de los subsidios, podemos ver que, si bien los usuarios disfrutan de tarifas más bajas (lo que se ve), esto viene con costos ocultos (lo que no se ve).
Estos costos incluyen el uso ineficiente de los recursos públicos, ya que el dinero invertido en subsidios podría haberse utilizado en otras áreas que también necesitan atención urgente, como la educación o la salud. Además, la distorsión del mercado crea un ambiente donde la calidad del servicio se degrada con el tiempo, ya que no existe un incentivo económico para mejorar debido a la garantía de fondos estatales.
Rothbard y Bastiat nos ofrece una perspectiva crucial: las buenas intenciones no son suficientes para justificar políticas públicas. Es esencial evaluar estas políticas no solo por las ventajas inmediatas que proporcionan, sino también por los costos ocultos y los efectos adversos a largo plazo que pueden imponer a la sociedad. En el caso de los subsidios al transporte en Argentina, aunque diseñados para facilitar el acceso al transporte, en realidad han contribuido a la creación de un sistema menos competitivo, dependiente y económicamente insostenible.
La Inacción Como Política Pública: Un Camino Hacia la Eficiencia
Ante los notorios fracasos de la intervención estatal, la inacción, entendida como una restricción deliberada del gobierno en los mercados, emerge como una alternativa viable y potencialmente más efectiva. En un mercado libre, sin la distorsión de los subsidios, las empresas de transporte se encontrarían en una competencia constante para atraer y retener clientes, impulsadas por la necesidad de ofrecer el mejor servicio al menor costo posible. Esta competencia fomentaría una mejora continua en la calidad y la eficiencia del servicio, respondiendo de manera más precisa a las necesidades y preferencias de los usuarios.
Además, al eliminar los subsidios, se aliviaría significativamente la carga financiera sobre el Estado. Los recursos públicos ahorrados podrían redirigirse hacia inversiones en infraestructura crítica o hacia la reducción de la deuda pública, contribuyendo a una mayor estabilidad y salud fiscal. Este enfoque no solo promueve una gestión más responsable y sostenible de los recursos estatales, sino que también libera al sector económico de las cadenas de dependencia gubernamental, permitiendo una dinámica de mercado más natural y eficiente.
Conclusión: Repensando el Rol del Estado en la Economía
Es imperativo reconsiderar el papel del Estado en la economía, especialmente a la luz de experiencias como la de Argentina con los subsidios al transporte. Las intervenciones estatales, aunque frecuentemente motivadas por la intención de corregir desigualdades o proporcionar servicios esenciales, a menudo terminan exacerbando los problemas que buscan solucionar. La historia ha demostrado que tales intervenciones pueden inmovilizar la innovación, fomentar la dependencia y debilitar la economía.
Promover la inacción estatal y permitir que las dinámicas del mercado operen con mayor libertad no solo podría resolver los problemas de manera más efectiva, sino que también podría catalizar un entorno más dinámico, resiliente y próspero. En lugar de actuar como un agente directo en los mercados, el Estado podría enfocarse en crear un marco regulatorio que asegure la competencia justa y proteja contra abusos, dejando que la innovación y la eficiencia natural del mercado lleven adelante la prestación de servicios.
Este enfoque sugiere un cambio fundamental en la visión del gobierno: de ser un proveedor directo a ser un facilitador que permita que la creatividad y la eficiencia del sector privado florezcan. Al adoptar la inacción como política pública, se puede fomentar un ciclo virtuoso de mejora continua en la economía, beneficiando a toda la sociedad mediante servicios más eficientes y costos más bajos, sin los pesados últimos impuestos que caracterizan a las intervenciones directas.
Bibliografía
• Bastiat, F. (1850). Lo que se ve y lo que no se ve . Publicación original.
• Hayek, FA (1988). La fatal arrogancia: Los errores del socialismo . Madrid: Unión Editorial.
• Mises, L. von (1949). La acción humana: Tratado de economía . Madrid: Unión Editorial.
• Rothbard, MN (1970). Poder y mercado: El gobierno y la economía . Madrid: Unión Editorial.
• Ministerio de Transporte de la Nación Argentina. (2020). Informe anual sobre el gasto en subsidios al transporte público . Buenos Aires: Secretaría de Transporte y Obras Públicas.
• Ministerio de Transporte de la Nación Argentina. (2010-2020). Evolución de los subsidios al transporte público en Argentina: Datos estadísticos . Buenos Aires: Secretaría de Transporte y Movilidad.
• Kirzner, I. (1973). Competencia y espíritu emprendedor . Chicago: University of Chicago Press.