Elementos comunes en el método, la estrategia, la ideología, el discurso y las fuentes de financiación, determinan grandes similitudes entre la Doctrina Escobar, creada por Pablo Emilio Escobar Gaviria en el siglo pasado y los narco gobiernos que hoy dominan a Hispanoamérica.
El nacional socialismo obrero hispanoamericano retoma, en su totalidad, los postulados de la Doctrina Escobar y los adapta a los cambios tecnológicos y sociales del siglo actual para desarrollar la Agenda Progresista Hispanoamericana.
Para hacer claridad, Progresismo es sinónimo de Comunismo, Fascismo y Nazismo. “Progresista” es un alivio semántico que busca aligerar el enorme peso del lastre de toda la barbarie, miseria y fracaso que carga los sustantivos, Nazi, Fascista, Extrema Izquierda, Comunista o Socialista.
En los primeros años de la década de los ochenta, uno de los fundadores del Cartel de Medellín, Carlos Lehder, afirmó que la cocaína era “la Bomba Atómica de América Latina”. Según él, “con los estimulantes suaves, porque la cocaína y la marihuana son estimulantes suaves, con el mercado que, aparentemente necesitan los norteamericanos para poder funcionar, se están gestando los movimientos revolucionarios latinoamericanos”.
El narcotráfico emerge, en ese momento, como la fuente de financiación y de poder económico de los movimientos revolucionarios latinoamericanos que, inicialmente, se iban a levantar en contra del imperialismo yanqui, que se manifestaba a través de la figura jurídica de la extradición de narcotraficantes que los alejaba del corrupto sistema judicial local, que había sido infiltrado y comprado para ese entonces, por las mafias del narcotráfico.
Esa fue la base del discurso y el objetivo inicial de la Doctrina Escobar. El germen de una doctrina que mutó durante esa convulsionada década de los ochenta, hasta desarrollar la estrategia y sentar las bases para convertir a los países de la región en Narco Gobiernos Progresistas, al servicio de los intereses de las élites mafiosas.
Con la desaparición del Cártel de Medellín y el Cártel de Cali, surgen los Cárteles de las FARC y del ELN. Este hecho determina el final de los movimientos revolucionarios románticos de las guerrillas comunistas del Siglo XX, a la vez que marca el punto de inflexión en el que surge la “Amenaza Terrorista” que termina con el concepto de la guerra de guerrillas y del conflicto armado en su sentido romántico tradicional.
La Amenaza Terrorista de la Doctrina Escobar es retomada por las guerrillas que dejan de ser actores en el marco de un conflicto interno para pasar a ser grupos de forajidos que defienden a sangre y fuego, territorios en los que funcionan y prosperan las economías ilegales, especialmente, el tráfico de niños con fines de explotación sexual, disfrazado de reclutamiento forzado.
Así sucedió en Sierra Leona, donde el Frente Revolucionario Unido se alzó en armas contra el Estado, en un principio, hasta que tomó el control territorial sobre zonas con minas de diamantes y se dedicó a defender el control de esas minas para favorecer el enriquecimiento de los líderes del grupo y para financiar su actividad criminal, con el tráfico de diamantes.
El grupo terrorista M-19 se asoció con Pablo Escobar y es el primer maridaje de facto entre Progresismo y Narcotráfico. Luego del fracaso del golpe de Estado en contra del presidente Belisario Betancur, el primer intento en imponer un narco gobierno Progresista, el M-19 cambia su estrategia violenta, se desmovilizó y se convierte en un partido político y hace parte de la Asamblea Nacional Constituyente de Colombia en 1991, cuya principal propuesta, fue prohibir la extradición de nacionales.
Eso de cambiar la Constitución y hacer una Constitución tailor made, le quedó gustando al Narco-Progresismo hispanoamericano. Hugo Chávez al momento de jurar como Presidente de Venezuela, trata de “vetusta” a la Constitución, la cambia, y termina haciendo una Constitución con la que cogobierna con el Cártel de Los Soles.
Las FARC habían exigido hacer una nueva Constitución de Colombia como requisito para firmar el Acuerdo de Paz que hizo con Juan Manuel Santos. El Progresismo Chileno también exigió, en el 2019, cambiar la Constitución a cambio de no seguir quemando y destrozando a Chile.
La narco presidente, Claudia Sheinbaum, también quiere cambiar la Constitución mexicana, para evitar que termine extraditada, pudriéndose en una mazmorra en Guantánamo, tal vez, por esto ha incrementado sus rituales para agradar a su amo y pedirle su protección.
El gánster, Andrés Manuel López Obrador, lavaperros de los grandes mafiosos mexicanos, cumpliendo con su parte del trato, dejó en libertad a varios narcotraficantes, incluido el colombiano, Rodrigo Granda, un criminal de lesa humanidad y capo del Cártel de las FARC, que es conocido con el alias de “El Canciller de las FARC” que, también, ha sido mencionado en casos de tráfico de niños argentinos sacados del país a través de la frontera con Paraguay.
Casos como los de Ernesto Samper y Gustavo Petro prueba que los dineros de las economías ilegales financian las campañas de los candidatos presidenciales Progresistas, eufemismo utilizado para denominar el fraude electoral que los lleva al poder que, una vez alcanzado el objetivo, se dedican a proteger, promover, naturalizar y legalizar, el narcotráfico y el tráfico de niños, que se mueven en paralelo, como lo demostró Tim Ballard en el Congreso de los Estados Unidos.
El soporte a las mafias del narcotráfico, dado por los narco gobiernos progresistas, ha permanecido hasta nuestros días, como lo prueba la orden de captura internacional por narcotráfico y lavado de activos proferida en contra del dictador Nicolás Maduro.
“Todos los cárteles hispanoamericanos tienen una conexión con el régimen ilegítimo de Maduro” afirmó el almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, en ese momento.
Otra prueba de los nexos de la Dictadura Venezolana con el Cartel de las FARC es la indemnización ordenada por un juez de los Estados Unidos para tres víctimas de las FARC, con dineros confiscados en EE.UU. a los testaferros de la dictadura venezolana.
Según el primo de Pablo Escobar, Jaime Gaviria, Escobar hacía las veces de un “Presidente de la República” que coordina a todas las mafias y grupos terroristas del mundo. Grupos terroristas como ETA, cuyos explosivistas, llevaron a Colombia las técnicas y la tecnología para construir artefactos explosivos con los que se desató la más enorme y feroz ofensiva de terror del Cártel de Medellín en contra de la sociedad colombiana.
Al parecer el heredero del cargo de Pablo Escobar, en el bajo mundo, es Nicolás Maduro que, da protección a los miembros de los Cárteles de las FARC y del ELN, coordina un gran clúster de las economías ilegales en donde se trafica con niños, oro, gasolina, coltán y materiales radiactivos, y auspicia la presencia en Hispanoamérica de grupos terroristas de otras latitudes.
A la vez que lidera un gran centro financiero del crimen transnacional que se basa en los ingresos de las economías ilegales y que ha servido, aparentemente, para financiar a los partidos Progresistas de Hispanoamérica y Europa.
Actúan, sabiendo que nada les va a pasar porque ellos dominan todo. En Argentina y en Estados Unidos perdieron dos aliados muy importantes y han estado operando para restituir en el poder a sus aliados comerciales.
Escobar ya había probado que el Estado colombiano era tan débil y vulnerable que, los criminales, podían redactar los decretos de su sometimiento a la justicia, escoger su pena y en caso de tener que ir a la cárcel, escoger su propio lugar de reclusión.
La muerte sorprendió a Pablo Escobar, precisamente, cuando adelantaba contactos para integrarse a las filas del Cártel del ELN, un grupo terrorista de ideología progresista.
Aunque la Doctrina Escobar jamás contempló que, 30 años después, Juan Manuel Santos iba a considerar el narcotráfico como un delito conexo al delito político, que su amenaza terrorista iba a reemplazar al conflicto armado y que se crearía un tribunal especial para juzgarlo que lo iba a dejar escapar en caso de ser pedido en extradición; es claro que Escobar sabía que, indefectiblemente, los postulados de su Doctrina, se iban a volver realidad.