Lo ocurrido en Venezuela en julio del 2024, no es nada diferente a lo que pasó en diferentes votaciones que falsamente han sido catalogadas como elecciones democráticas porque, en realidad, son simples puestas en escena para legitimar la llegada o la permanencia en el poder, de personas que, jamás, el pueblo escogería cómo sus gobernantes de manera libre, consiente y espontánea.
Al parecer, nunca se elige porque todas las opciones son las mismas, idénticas, con cara ganan ellos y con sello pierde el pueblo, solo que son presentadas como propuestas diferentes, renovadoras, de cambio, para solucionar, finalmente, los graves problemas que ellos mismos crearon para mantener a la sociedad en un permanente estado de crisis.
Las falsas promesas hechas por los políticos, renuevan de manera permanente la utopía del Nuevo Orden (Neuordnung), un sistema de dominio y control estatal, basado en la crisis permanente, creada por la pobreza, el hambre y la miseria que, precisamente, no puede tener solución porque haría colapsar al sistema del que viven.
El ejercicio contradictorio de Amaranta, cosiendo y descosiendo su mortaja, sabiendo que si la acaba, ella se muere. Acompañé a un amigo a un evento de un partido político colombiano, considerado “de Derecha”, en el que los precandidatos a unas elecciones regionales se presentaban y hacían sus propuestas para aspirar a una alcaldía o a alguna gobernación.
Cuando apareció la lista final de los candidatos elegidos al interior de la colectividad, me di cuenta que habían escogido al más malo de los precandidatos que había visto ese día. Los escogieron, parecía, con la plena convicción que iban a perder para hacerle el favor a los partidos de los que se presentaban cómo la oposición a su movimiento.
Más que un favor, evidentemente, era un pacto entre ellos mismos, que sirve para que el pueblo sienta que es libre de escoger, otra vez, al menos malo y, de paso, valida esas elecciones en las que es necesario que se presenten muchas opciones para que sean percibidas como muy democráticas.
Un miembro de ese mismo partido, casualmente, hizo dilatar más de medio año, el juicio político en contra de Gustavo Petro, haciéndose el confundido, el equivocado, seguramente, cumpliendo con el acuerdo hecho previamente para presentarse como la Oposición, pero sin serlo.
Es como si se tratara de una gran puesta en escena de un sainete con el que mantienen al pueblo en un estado permanente de letargo. Una falsa ilusión de un mecanismo de participación democrática. Un placebo para que sientan que todos son libres de elegir, sin serlo, porque si los dejaran elegir de verdad, no podrían dominar a la sociedad porque nunca los escogerían a ellos.
La existencia de los Cortesanos, que cohabitan en la casa de gobierno, de todos los gobiernos, es la mejor prueba de que se trata de una logia maldita, que justifica su presencia vitalicia en el Estado, diciendo que la política es dinámica, que su lenguaje es conciliador, que la paz se hace con los enemigos y que trabajan por la nación, a pesar de, supuestamente, estar en la otra orilla ideológica del actor principal, del protagonista de la escena, de esa escena que el pueblo está viendo es ese momento.
En la puesta en escena de Venezuela, por ejemplo, el Socialismo del Siglo XX se presenta como la oposición y tiene el papel de antagonista para exigirle al Socialismo del Siglo XXI que le devuelva el poder, aunque todos son del mismo lado, solo que a un lado esta un chofer de bus y al otro está la hija de un magnate del acero, por eso, en medio de ese maridaje siniestro, nunca se irán Diosdado y toda su tracamanada de hampones.
Juan Guaidó, un tipo que pasó de recoger los bates en un equipo de béisbol, a ser el presidente de Venezuela, que hizo todo lo posible y lo necesario para jamás llegar a Miraflores, manteniendo el status quo de la tiranía, mientras se convirtió en el recoge bates más multi, mega, tetra, millonario del gremio de recoge bates de todo el mundo.
Él y todos sus secuaces, que terminaron alzándose con toda la plata que tenía Venezuela en el exterior, con el beneplácito de todos los que cayeron en la trampa y los trataban con consideración y pesar. Y de paso, le soluciona el problema a los otros, para descongelar la inmensa cantidad de activos que tenían afuera de Venezuela, que no eran pocos.
María Corina Machado, fue la madre del desarme de los venezolanos para dejarlos inermes, a merced de grupos paramilitares armados y equipados por el Estado y los convirtió en carne de cañón de los miles de generales que tienen unas fuerzas armadas que hace mucho que perdieron el honor y son lo más parecido a un ejército de mercenarios cobardes con sobrepeso. Machado, hoy está indignada por unas actas fraudulentas, que no es un delito porque nunca se puede probar un fraude electoral. El Nuevo Orden es autoinmune, por lo tanto, siempre que se han robado las elecciones, nunca han podido probarlo, menos, hay alguien, en alguna parte del mundo, pagando por haberse robado un resultado electoral.
Y todos los miembros de esa falsa Oposición, siempre han hecho todo lo posible para que la tiranía nunca se termine, nunca se vaya, entre otras cosas, porque todos están enchufados y todos comen del mismo plato.
Lo mejor para las partes, es una coexistencia pacífica que tienda al infinito porque le queda más fácil robar y saquear a los que están ahora en el escenario que, a los que llevan más de un cuarto de siglo tras bambalinas.
El único opositor, de verdad, en Venezuela, en contra de ese sistema decadente y corrupto del partido único disfrazado con mil nombres diferentes, se llama Eduardo Bittar, que me enseñó el concepto de la falsa oposición venezolana a la que tildó de Opoficción, pero hasta que la mayoría de los venezolanos lo entienda, pueden pasar otros treinta años más.
En España, el Partido Popular (PP), ha demostrado hasta la saciedad que es una copia al carbón del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), pero, al igual que en otras latitudes, a los socialistas se les ve mejor eso de saquear y cómo adoptaron la Agenda de la ONU, pues se les facilita mucho más porque el que se oponga puede terminar en la cárcel por promover el discurso del odio.
Seres pintorescos como María Elvira Salazar, una politiquera que parece sacada del Tercer Mundo, que dice ser del partido Republicano pero que, en todas las votaciones en el Congreso de Estados Unidos, como lo confirma los registros, vota a favor de Joe Biden y de todas las propuestas comunistas del partido Demócrata, mientras que trata como a idiotas a los electores hispanos.
A los chilenos les dice que odia a Boric, a los colombianos les dice que odia a Petro,a los venezolanos que odia a Maduro y así, a los de cada país, les dice lo que quieren oír y votan por ella como si a ella la estuvieran eligiendo para que sea presidente de sus países y no la representante de su comunidad en la Florida.
Podría citar cientos de ejemplos más, en todo el mundo, que prueban que todos los partidos políticos tienen la misma ideología y se trata de un solo ente, de un partido único sin oposición, con la única intención de mantener a la sociedad pobre, desarmada, esclavizada y miserable, para poder dominarla y controlarla, fácilmente, con el soporte teórico económico del Keynesianismo que, en la práctica, ha demostrado que es el eufemismo para referirse al Nazismo y al Fascismo.
Tratan de brutos a los que denuncian públicamente estas aberraciones políticas, a la vez que odian a Elon Musk porque permite que en su red social X (antes Twitter) se hable libremente de este tema y se pongan en evidencia a los falsos opositores.
En los foros patriotas mundiales, ya desenmascararon a esa falsa oposición y fue excluida de participar porque estaba instrumentalizando su participación en esos espacios para poder “probar” que verdaderamente pertenecen a la Oposición al régimen.
En el CPAC realizado en Argentina, por ejemplo, la presentadora contratada para el evento, en complicidad con el operador del video, incluyeron un video de María Corina Machado, sin estar en el programa. Casi nadie aplaudió la intervención de Machado. Solo peor que un tirano, es un cómplice de la tiranía que engaña al pueblo.
En este esquema de dominación, la oposición no puede existir, solo puede ser un elemento de la ficción. El mundo debe seguir el ejemplo de los argentinos, que se dieron cuenta que la lucha no era entre la izquierda y la derecha, porque son lo mismo. La verdadera lucha es entre la libertad y la esclavitud. La única elección verdadera, por fuera de las urnas, es entre ellos o nosotros.
