La reciente creación del pacto “Nueva Derecha para cambiar Chile”, impulsado por Johannes Kaiser, José Antonio Kast y el Partido Social Cristiano, marca un punto de inflexión en el mapa político chileno. De cara a las elecciones presidenciales de noviembre de 2025, esta alianza emerge como la alternativa más coherente, decidida y estructurada frente a un oficialismo débil y una centro-derecha estancada bajo la figura de Evelyn Matthei.
Pero para convertir esta alianza en una victoria electoral, Kaiser y Kast deben dar un paso más audaz: unir sus fuerzas desde la primera vuelta presidencial. La historia demuestra que una derecha fragmentada solo garantiza una cosa: derrota. La unidad, en cambio, podría catapultar a la nueva derecha a una segunda vuelta, e incluso a La Moneda.
Diagnóstico: El riesgo de la división
El actual escenario electoral evidencia una distribución fragmentada del voto. Evelyn Matthei lidera las encuestas con un 20%, seguida muy de cerca por Kaiser (15%) y Kast (14%). La suma de estos dos últimos —un 29%— supera ampliamente a Matthei, pero solo si se presenta como un bloque unido.
Más aún, un 34% de los votantes se declara indeciso. Este es un electorado volátil, sin lealtades partidistas duras, y que podría ser capturado por una candidatura con un mensaje firme, coherente y valiente.
Aunque el preacuerdo parlamentario anunciado el 14 de abril —que incluye una lista única para el Congreso— es un avance significativo, competir por separado en la elección presidencial sería un error estratégico que podría beneficiar al oficialismo o consolidar la hegemonía de Matthei en la centro-derecha. No hay que olvidar el ejemplo de 2009, cuando la fragmentación del voto conservador permitió que Sebastián Piñera ganara gracias al debilitamiento de sus adversarios. La diferencia es que, esta vez, la dispersión podría dejar fuera del balotaje a la verdadera derecha.
Una fórmula complementaria, no competitiva
Kaiser y Kast no son adversarios; son complementos perfectos.
- Kaiser representa la fuerza disruptiva, la rebeldía intelectual y la capacidad de movilizar a una base joven, digital, crítica del sistema. Su ascenso ha sido meteórico y orgánico.
- Kast, en cambio, aporta trayectoria, institucionalidad, redes de confianza y una maquinaria electoral ya probada.
Ambos comparten una visión firme en temas como seguridad, libertad económica, rechazo a la ideología de género y oposición frontal al marxismo cultural. Juntos pueden unir a la derecha conservadora, liberal y nacionalista bajo una sola bandera.
Estrategia: Un solo candidato presidencial desde la primera vuelta
Presentarse como candidatos separados sería suicida para la derecha. La matemática electoral es clara: juntos, superan a Matthei. Separados, le allanan el camino.
Dado que Kaiser lidera en popularidad dentro del electorado joven y digital, una fórmula donde él encabece la candidatura, con Kast como jefe de campaña, candidato senatorial o futuro ministro clave, sería poderosa. No sería un sacrificio de Kast, sino un acto de visión estratégica que lo posicionaría como el gran arquitecto del triunfo.
Por el contrario, si las encuestas en sectores tradicionales favorecen a Kast, Kaiser podría asumir un rol protagónico como estratega, vocero y movilizador, manteniendo su perfil combativo pero integrador.
Cómo consolidar la alianza y asegurar el triunfo
- Definición temprana: Las negociaciones iniciadas a comienzos de 2025 deben resolverse antes de las primarias de julio. El tiempo corre, y la falta de una decisión clara genera incertidumbre en la base electoral.
- Mensaje común: La campaña debe girar en torno a tres pilares: seguridad sin complejos, soberanía nacional y libertad frente al estatismo y el globalismo progresista.
- Compromiso público: Un anuncio conjunto, con una puesta en escena simbólica, podría sellar el pacto y proyectar una imagen de unidad que contraste con la fragmentación de la izquierda y el acomodo tecnocrático de la centro-derecha.
El oficialismo en crisis, la oportunidad es ahora
La izquierda está atrapada en su laberinto. Figuras como Carolina Tohá, Jeannette Jara y Gonzalo Winter no logran generar entusiasmo ni consenso. Ningún candidato de la coalición de Boric supera el 5% en las encuestas. La posibilidad de que el oficialismo llegue a segunda vuelta depende exclusivamente de la autodestrucción de sus adversarios.
Una fórmula Kaiser-Kast (o Kast-Kaiser) obligaría al Frente Amplio y al socialismo tradicional a resolver sus diferencias a la fuerza, provocando divisiones internas y debilitando su mensaje. El caos sería inevitable.
Unidad o irrelevancia
La historia no premia a los egoístas ni a los dispersos. Premia a quienes saben leer su momento histórico y actuar con audacia.
Kaiser y Kast tienen ante sí la posibilidad de reescribir el futuro político de Chile. Pero eso requiere generosidad, claridad estratégica y un profundo sentido de responsabilidad histórica. Juntos, pueden construir un nuevo relato para la derecha: moderno, sin complejos, firme y conectado con el Chile real.
Separados, sólo repetirán los errores del pasado.
¿Kaiser presidente con Kast como gran elector? ¿O Kast presidente con Kaiser como artillero ideológico? Lo esencial no es quién lidere, sino que ambos caminen juntos hacia el mismo destino: la victoria.