La mayoría de las teorías recientes, sobre relaciones internacionales, cuestionan el papel del Estado en el concierto internacional como un ente aislado de las estructuras económicas y sociales internas. O de definir la política exterior de un Estado como la respuesta, solamente, a las necesidades de seguridad y de poder militar.
Por el contrario, sin querer restarle importancia a las funciones de los Estados en el orden internacional, que se entiende anárquico, se convirtieron en simples facilitadores en el relacionamiento de las diferentes estructuras privadas que funcionan y se desarrollan al interior de sus fronteras, que fueron desplazados por un supra gobierno de las ONGs, financiadas, en su gran mayoría, con recursos públicos.
Organizaciones no gubernamentales que son financiadas con recursos gubernamentales y constituyen un gobierno supremacista global, la contradicción de la narrativa propia del neoliberalismo institucional, que no tiene nada que ver con el neoliberalismo económico, por el contrario, es un concepto que, en términos económicos, está del lado del keynesianismo, totalmente.
La teoría del Institucionalismo Neoliberal, como se le dice al imperio de las oenegés, se empieza a esbozar en la segunda mitad de la década de los setentas, en los años posteriores al debilitamiento económico de los Estados Unidos como consecuencia del final del patrón oro, el aumento del gasto público inútil, la inflación y de la crisis del Petróleo, lo que generó el empoderamiento de las ONGs que escribieron el discurso global y determinaron las nuevas prioridades en la agenda mundial, por lo que se erigieron en el supra gobierno de la comunidad internacional.
No quiere decir que hasta los años setenta del siglo XX empezó la supremacía de las oenegés. Una ONG, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, por ejemplo, mutó a la Unión Europea, que, contrario a lo que siempre se dice, que los triunfadores de las guerras son los que imponen sus condiciones, en realidad, el supra gobierno del Nuevo Orden (Neuordnung), creado por Adolfo Hitler para los países conquistados por el nacional socialismo obrero alemán, es lo que ha existido desde el periodo de la postguerra. El perdedor impuso su voluntad con la creación de oenegés como la ONU, la OEA, el FMI, el Banco Mundial y la Unión Europea.
John Nye fue el primero en hablar del concepto de soft power. Este concepto reúne las herramientas del Neoliberalismo Institucional, que se diferencian de las utilizadas en el hard power de la Escuela de los Realistas.
En el mundo, antes de las cuarentenas obligatorias, el soft power, parecía ser mucho más eficaz, dada su amplia aceptación y legitimidad entre la población mundial, que se había nutrido de la perversión del concepto de la sostenibilidad que degeneró en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 de la ONU.
Los intereses nacionales vuelven a primar sobre los intereses globalistas que, por la información revelada y la trazabilidad hecha al destino de los recursos de las oenegés, prueba que fueron destinados, solamente, a una minoría supremacista que, obvio, no soluciona ninguno de los problemas para los que, supuestamente, eran destinados estos recursos.
El poder de las oenegés se basa en la credibilidad, pues ejercen su poder y ascendencia sin herramientas diferentes a la confianza que generan al interior de la sociedad. La financiación de su actividad está supeditada a los aportes de los Estados miembros de las diferentes organizaciones.
El caso patético de la Unión Europea que extorsiona a sus miembros para que hagan todo lo que les dictan desde Bruselas a cambio de darle o negarle recursos de otra oenegé, el Banco Central Europeo, y la aberración del Escudo Democrático, en el que eliminan a cualquier movimiento político que no esté dispuesto a doblegarse al poder de las ONGs.
En la Unión Europea, es evidente, cómo usan esa dependencia financiera para imponer los dogmas de la oenegé y evitar que se ponga en riesgo la supervivencia misma del supra gobierno de la oenegé. Una simbiosis en la que la oenegé es parásita de los Estados pero los Estados, también, son parásitos de la ONG.
El Escudo Democrático de la Unión Europea, que es anti democrático, creado por Ursula von der Leyen en Bruselas, es la forma de evitar que movimientos contrarios al nacional socialismo obrero europeo, que contradigan al supra gobierno del Nuevo Orden (Neuordnung), puedan llegar al poder en cualquiera de los países miembros de la Unión Europea. Por eso asestaron sendos golpes de Estado en Grecia y en Rumania. Nadie se puede salir del redil.
En nombre de la democracia, se extermina a la democracia. También, en nombre de los derechos humanos, se violan los derechos humanos, USAID, una agencia del gobierno de los Estados Unidos, se convirtió en el banquero de un montón de oenegés que defendían los derechos humanos, pero en la realidad, resultó ser un gran carrusel, usado por los políticos del Deep State, la Casta estadounidense, para enriquecerse y aumentar sus fortunas personales de manera exponencial.
Originan el gasto inútil desde el gobierno estadounidense, se hacía la transferencia a alguna ONG extranjera con nombre y causa rimbombante, creada para tal fin, que le daba un porcentaje a operadores locales, encargados de recibir el dinero y devolverlo a los políticos corruptos en Washington, a cambio de una comisión. Cada oenegé es un mini paraíso fiscal, sin dios ni ley, precisamente, para que nadie las audite, ni pida cuentas sobre su gestión corrupta.
El Banco Mundial, hace poco, denunció que no sabe a dónde fueron a parar, $41.000 millones de dólares, entregados a ONGs que, supuestamente, se dedicaban a “combatir el cambio climático e impartir justicia climática”. Y nadie da razón, tampoco, a dónde fueron a parar los miles de millones de dólares que entregó USAID, a miles de ONGs desperdigadas por todo el mundo.
Los ganadores del premio Nobel de Economía del año 2024, hacen un llamado de atención a la comunidad internacional para que vuelvan a usar a las “instituciones”, apodo dado a las oenegés, según ellos, para fortalecer sus economías.
Keynesianismo obsoleto del más alto nivel, que demuestra la crisis financiera de las oenegés y la difícil situación financiera que tienen en este momento, toda esa minoría parásita global que era beneficiaria del saqueo inclemente hecho en nombre de la pobreza, el hambre, el clima, los travestis y un largo etcétera, más.
Todas esas ONGs creadas en la posguerra, para atender, supuestamente, las consecuencias catastróficas de la gran guerra, lo que les daba carácter de temporal, se terminaron convirtiendo en permanentes porque, al final, la crisis permanente se apoderó del mundo de manera artificial, con guerras, crisis financieras y condiciones sociales paupérrimas fabricadas, precisamente, por ONGs.
El gran gobierno supranacional del Nuevo Orden, no necesitó del desgaste político, ni de construir grandes obras de infraestructura, solo necesitó de la perversión de su narrativa altruista, llena de buenas intenciones que, además, sirvió como la disculpa perfecta para saquear, a discreción, todos los recursos existentes.
Se invirtió la ecuación de poder. Debido al debilitamiento del Estado y al fortalecimiento de las ONGs, en el periodo anterior a la pandemia, el sistema internacional está girando hacia un sistema hegemónico en el que se debilita el institucionalismo y se fortalece el poder y la función del Estado Nación en el contexto global.
Los gobiernos nacionales, hoy, se tienen que enfocar en la seguridad, afectada de manera grave por culpa de las ONGs que promueven el tráfico de personas y la migración ilegal, disfrazado de atención y ayuda a los refugiados, la seguridad alimentaria, la salud pública, el aparato productivo y las finanzas públicas. No habrá espacio para los acuerdos institucionales, la pertenencia a organizaciones multilaterales o millonarios aportes para el mantenimientos de membresía en Instituciones que se tornan innecesarias.
El retorno del señor presidente Donald Trump a la Casa Blanca, volvemos a un mundo unipolar en el que los Estados Unidos de América se erige como el líder de la liberación económica mundial. La visión neorrealista del mundo se impone.
Los presidentes Trump y Milei, retiraron a sus países de la OMS y del Acuerdo de París, precisamente, porque ellos, evidentemente, no hacen parte de esa estructura criminal en la que se saqueaba el erario público con la fachada de las causas nobles y altruistas de las ONGs, cómplices de los todos estos actos criminales.
Como consecuencia de la coyuntura actual, se puede vislumbrar cambios fundamentales en la estructura del sistema internacional. La decadencia de las oenegés como las Naciones Unidas y su sistema de ONGs satélites, sumado al empoderamiento del Estado Nación, mostrado en países como Argentina y Estados Unidos, plantea un cambio en el paradigma mundial.