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    Home » Donald Trump, Groenlandia y la Carrera por el Ártico: Economía, Defensa y la Sombra de China

    Donald Trump, Groenlandia y la Carrera por el Ártico: Economía, Defensa y la Sombra de China

    Juan Pablo AriasBy Juan Pablo AriasMay 19, 2025 Opinions No Comments6 Mins Read
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    Introducción

    La creciente presencia de China y Rusia en el Ártico ha colocado nuevamente a Groenlandia en el centro de una disputa global por recursos, influencia y poder militar. En este contexto, la primera propuesta de Donald Trump en 2019 para comprar la isla no fue simplemente un exabrupto ni un show televisivo, sino una señal de alerta sobre la seguridad nacional de Estados Unidos.

    A esto se suma una acción de gobierno determinante para el rol de las potencias involucradas: el Parlamento danés aprobó recientemente un proyecto que reconoce el derecho de autodeterminación de Groenlandia, lo que allana el camino hacia una posible independencia de Dinamarca.

    Esta decisión ha llevado a Washington y Pekín a intensificar su carrera por el control del Ártico a través de inversiones duales en infraestructura, como ya ocurre en otras zonas estratégicas del mundo, como países del Pacífico y hasta en la Argentina.

    Un dato también a considerar es la presencia de rompehielos chinos en operaciones conjuntas con Rusia en la región ártica evidencia que la disputa ya no es teórica, sino real.

    Autonomía de Groenlandia: Copenhague y la independencia estratégica

    Groenlandia, una de las islas más grandes del mundo, está formalmente clasificada como una región autónoma del Reino de Dinamarca desde el año 1979, cuando se estableció su primer gobierno local.

    En 2009, un referéndum aprobó el Acta de Autogobierno, que transfirió competencias clave —como la administración de recursos naturales, justicia y policía— al gobierno groenlandés, dejando bajo control danés únicamente la política exterior, la defensa y la moneda.

    En 2024, el Parlamento danés aprobó una resolución histórica que reconoce formalmente el derecho de Groenlandia a la autodeterminación, un paso clave hacia una eventual independencia. Aunque no existe una fecha definida, esta medida fortalece la legitimidad jurídica e internacional de un futuro Estado soberano.

    Esto enciende la preocupación estratégica de Estados Unidos por no perder un enclave de importancia en su arquitectura de defensa aeroespacial, y de China por ganar una plataforma aliada al lado de Rusia.

    No obstante, los desafíos son serios: la dependencia de subsidios daneses (equivalentes al 20% del PBI), la limitada infraestructura de la isla y el riesgo de quedar atrapada entre las tensiones de grandes potencias complejizan su camino hacia la independencia plena.

    Leyes contra financiamiento extranjero: defensa democrática en el tablero ártico

    En paralelo a este proceso de mayor autonomía, el Parlamento de Groenlandia (Inatsisartut) adoptó en febrero de 2025 una ley que prohíbe las contribuciones políticas anónimas y extranjeras.

    Esta medida, que modifica la legislación sobre la financiación de partidos, establece que toda donación superior a 1.000 coronas danesas debe ser pública, que ningún partido o candidato puede recibir fondos de donantes extranjeros, y que los aportes individuales no deben superar las 20.000 coronas anuales.

    El objetivo parece obvio: evitar injerencias externas en un contexto de creciente competencia geopolítica y proteger la soberanía política interna frente a intereses de potencias como China o Rusia. De forma similar, el Parlamento danés avanzó con una legislación que prohíbe el financiamiento extranjero en campañas políticas, reforzando la transparencia democrática.

    La tradición estratégica entre Estados Unidos, Dinamarca y Groenlandia.

    La relación entre Estados Unidos, Dinamarca y Groenlandia tiene una tradición estratégica que se remonta a la Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, tras la ocupación nazi de Dinamarca, Washington firmó un acuerdo con autoridades danesas en el exilio para proteger Groenlandia y construir bases militares con el objetivo de proteger los convoyes de suministro a Europa.

    Finalizada la contienda, la Base Aérea de Thule, aún operativa, se convierte en la base más septentrional de la Fuerza Aérea estadounidense, clave para el sistema de defensa antimisiles y el monitoreo satelital.

    La presencia de EE.UU. en el Ártico se consolidó bajo el paraguas de la OTAN. Ya en 1946, el presidente Harry Truman había ofrecido comprar Groenlandia por 100 millones de dólares en oro, oferta rechazada por Dinamarca pero que refleja el interés persistente de Washington en la isla.

    La propuesta de Donald Trump en 2019 no fue un episodio aislado, sino la continuación de una lógica estratégica con raíces históricas. Para Estados Unidos, Groenlandia no es solo una región lejana, sino un activo clave para proyectar poder, vigilar el norte global y limitar el avance de potencias rivales.

    Interés estratégico de Estados Unidos: recursos, defensa y disuasión

    La propuesta de compra de Groenlandia por parte de Trump, aunque fue descartada por Dinamarca como absurda, reveló el trasfondo de una estrategia clara: garantizar un punto geográfico vital para la proyección del poder estadounidense en el Ártico.

    Además de la Base de Thule, Estados Unidos ve en Groenlandia una oportunidad para acceder a vastas reservas de tierras raras —elementos clave para la tecnología y la defensa—, así como a hidrocarburos y minerales críticos que serán más accesibles con el deshielo del Ártico.

    Washington apunta a reducir su dependencia de China en la cadena de suministro de minerales estratégicos, al mismo tiempo que busca evitar que sus rivales accedan a dichos recursos. Una Groenlandia independiente, aliada de EE.UU., consolida las rutas marítimas clave, limitaría la influencia europea y reforzaría la presencia norteamericana en un nuevo eje geopolítico.

    China en el Ártico: inversiones silenciosas y ambiciones globales

    Aunque China no es un país ártico, se autopercibirse como un “estado cercano al Ártico” y en consecuencia ha desplegado una estrategia silenciosa pero ambiciosa. Mediante inversiones, cooperación científica y vínculos diplomáticos, ha intentado ganar terreno en Groenlandia y otras regiones circumpolares.

    Las empresas chinas han buscado participar en proyectos mineros, puertos y aeropuertos en Groenlandia, generando alarma en Dinamarca y EE.UU. Su iniciativa de la Ruta Polar de la Seda busca integrar el Ártico a la red de expansión comercial china, asegurando acceso a tierras raras, uranio y metales críticos.

    Aunque varios proyectos fueron bloqueados por razones de seguridad nacional, el avance chino continúa a través de canales científicos y diplomáticos. Si Groenlandia logra la independencia, la necesidad de inversiones podría abrir la puerta a acuerdos con Beijing, intensificando la competencia global en la región.

    Conclusión: Groenlandia y el nuevo tablero global

    Groenlandia se ha convertido en una pieza clave de una disputa geopolítica mayor entre Estados Unidos, China y Rusia. Su ubicación estratégica, sus recursos naturales y su estatus político en transición la colocan en el centro de una nueva Guerra Fría del Ártico, donde se entrelazan economía, defensa y soberanía.

    Para Estados Unidos, mantener su influencia sobre la isla es parte de una continuidad histórica que combina diplomacia, seguridad y poder.

    Para China, representa una oportunidad para avanzar en el dominio de rutas comerciales y minerales críticos. Y para Groenlandia, el desafío será navegar entre las potencias sin perder el control de su autodeterminación

    En este contexto complejo, el futuro de Groenlandia no sólo determina a sus 56.000 habitantes, sino que marcará el rumbo de la geopolítica del siglo XXI en uno de los territorios más disputados y estratégicos del planeta.

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