Las situaciones por las que pasan España y Colombia tienen puntos inquietantemente similares, sobre todo en la manera en que sus gobernantes están manejando ambos países.
Aparte de enfocar sus políticas hacia la izquierda, con distintas formas y casi iguales resultados, los dos cuentan con líderes contestatarios a la democracia, las instituciones y la independencia de poderes, ante la vista atónita de las poblaciones.
Eso hace que los cimientos de las democracias empiecen a flaquear, y que el edificio institucional que las soporta, que tanto costó levantar, empiece a caer por pedazos. Sobre todo, se envían mensajes al resto de la población en torno a la manera en que se han llevado a cabo esos liderazgos, dejando interrogantes muy preocupantes, con la sensación de que se puede seguir haciendo con total impunidad.
En una reciente emisión del podcast español, ViOne Media -crítico de la administración del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez- se fustigó la manera en que el mandatario enfrenta las situaciones de corrupción y pacto con criminales, sin que nada pase y, lo que es peor, que se trate con total indiferencia.
Mario Noya, uno de sus panelistas del espacio publicado en YouTube, comentó que, en el caso del mandatario español, siempre parece contestar a todos los escándalos que flanquean su gobierno -como Petro- con la pregunta ¿y?
“Voy a pactar con los que asesinaban con socialistas vascos… ¿y? Voy a mantener a un fiscal general empurado (que ya tiene una sanción o un castigo) … ¿y? No presento presupuestos… ¿y? … lo que provoca estupor en mucha gente es que se supone que en democracia hay mecanismos que hacen que esas cosas se detengan. Que cuando hay gente que amenaza con derribar el edificio, lo paras. Y estamos comprobando que no es verdad”, comentó Noya.
Para empezar, miembros de ambas administraciones y familiares de los jefes de Gobierno tanto en España como en Colombia, han sido vinculados por la justicia en graves procesos de corrupción y criminales. Revistas y periódicos amanecen todos los días con algún caso de corrupción que compromete a ministros, administradores públicos o familiares de Sánchez y Petro.
Mientras en el país europeo la esposa y el hermano de Sánchez han respondido ante la justicia en medio de acusaciones de corrupción, en Colombia, el hijo mayor y muy cercanos colaboradores de Petro también han tenido que desfilar por los tribunales para responder por acusaciones muy graves.
A todo, la respuesta de los gobernantes parece ser: ¿y? ¿Qué vas a hacer? Las cosas en ambas naciones siguen como si nada. Como si no hubiera nadie que pueda detener algo que claramente está mal en la administración pública y que no se debe permitir que avance.
“Sigo y sigo…. No hay mecanismos de interrupción contra alguien que ha estado dinamitando el estado de derecho (español)” continuó Noya.
La columnista del diario El Tiempo de Bogotá, Patricia Rincón Mazo, escribió recientemente que se trata de una forma de gobernar desobedeciendo la institucionalidad, sin rumbo y sin método.
“Como si el poder estuviera más cómodo con la reacción que en la dirección. Más interesado en el ruido”, comentó.
El problema es que la ciudadanía se muestra atónita, asombrada y confundida. Resignada, “ve como se derrumba el centro de gravedad del poder sin que nadie parezca dispuesto a restablecerlo. Nos hemos vuelto testigos silenciosos de un juego donde todos parecen perder: el liderazgo se desgasta, la oposición se desdibuja y la gente se desconecta”, escribió Rincón Mazo.
Sin autorizarlo aún por las instituciones y las autoridades, los colombianos han presenciado este mismo mes el inicio de una campaña política para promover una consulta popular, con la que Petro quiere imponer apartes de una reforma laboral que fracasó su legal trámite en el Congreso.
La consulta popular no ha sido autorizada ni por el Senado, ni por el Consejo Nacional Electoral ni por la Corte Constitucional… ¿y? El gobierno ya inició campaña a todas luces irregular.
Partidos de oposición presentaron ya ante las autoridades los recursos legales para intentar detener su marcha, pero no ha pasado de ahí.
Desde ministerios se está fomentando a juntas de acción comunal, probablemente pagadas con los impuestos de los colombianos, a promover la participación y el voto por el sí a una docena de preguntas que ni siquiera han sido avaladas por el Congreso… ¿y?
Ambos tipos de liderazgos, tanto el de Sánchez como el de Petro, no traen nada bueno para las democracias. Se deslegitiman y se desdibujan, hasta el punto de hacer desaparecer la credibilidad que sobre ellos pueda tener la población. Es deber de todos que el edificio democrático no se derrumbe por las malas decisiones de los gobernantes.