La relación diplomática oficial entre la República Argentina y la República de China (Taiwán) se estableció en 1945. La República de China estableció su embajada en Buenos Aires y la República Argentina estableció su embajada en Chongqing, la capital de la República de China, en ese momento, hasta 1949, cuando se trasladó a Taipéi.
El 30 de mayo de 1945, es la fecha oficial del establecimiento formal e inicio de las relaciones diplomáticas entre ambos países a nivel de embajadores. El 4 de diciembre de 1945, el primer embajador de la República de China presentó sus cartas credenciales como parte del intercambio de embajadores entre las dos naciones. El 13 de abril de 1946, el primer embajador de Argentina presentó sus cartas credenciales ante el gobierno de la República de China.
Argentina y la dictadura comunista de la China Popular, que había invadido el territorio continental de la República de China desde 1949, establecieron relaciones diplomáticas el 16 de febrero de 1972 Sin embargo, gracias a la influencia del embajador de la República de China en Argentina, los dos países no separaron sus embajadas y la República de China no rompió formalmente sus relaciones diplomáticas.
Tras reiteradas solicitudes de la usurpadora dictadura comunista de la China Popular, Argentina declaró en julio de 1972 que pondría fin a sus relaciones diplomáticas con la original República de China. El 19 de febrero de 1973, la República de China declaró oficialmente el fin de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.
La República de China fue uno de los miembros fundadores de la ONU, que tuvo asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas desde el día de su fundación hasta que, en el año de 1971, su lugar fue usurpado por la dictadura comunista de la China Popular, en una maniobra irregular, lograda mediante una cuestionada votación.
Ese cambio insólito se dio como consecuencia del cumplimiento de una de las varias exigencias que le hizo el dictador Mao Tse tung al Secretario de Estado de los Estados Unidos de América en ese entonces, Henry Kissinger, como condición para establecer relaciones diplomáticas.
La ruptura de las relaciones entre la China Popular y la Unión Soviética fue el principal motivo político para que Richard Nixon se acercara a la dictadura comunista de la China Popular.
En un contexto de Guerra Fría y aplicando la máxima del Artha-shastra, “es más probable que tu vecino se convierta en tu enemigo, mientras que el vecino de tu vecino es tu aliado natural”, el Departamento de Estado asumió que las posibilidades de “vencer” en la Guerra Fría aumentaban para los Estados Unidos, al convertirse en el amigo del nuevo enemigo político de su principal adversario ideológico.
El reconocimiento y posterior establecimiento de relaciones diplomáticas con la dictadura comunista de la China Popular por parte de varias de las naciones, trajo como consecuencia el detrimento de la posición y de los intereses de la República de China (Taiwán) que resultó siendo marginada de la ONU y de todos los organismos multilaterales.
La República de China fundada en 1912, la original, la que conservó y protegió de la destrucción de la “Revolución Cultural” de Mao y su Banda de Los Cuatro, todo el acervo cultural de la China milenaria, terminó siendo relegada de su puesto privilegiado en la comunidad internacional, ante la usurpación de la que fue víctima.
En el año de 1955, por ejemplo, solamente 23 países del mundo tenían relaciones diplomáticas con la China Popular, creada en 1949 con un nombre diferente, mientras el resto de naciones, todas, reconocían y tenían relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán), que ha mantenido su nombre original desde el año de su fundación (1912), hasta nuestros días. Algo de no menor importancia, si tenemos en cuenta que el reconocimiento de la comunidad internacional, estaba en cabeza de la nación china, heredera de cinco mil años de historia y tradición.
Para el año 2008, la situación se había invertido y la República de China (Taiwán) sólo contaba con el reconocimiento de 23 Estados, mientras que la dictadura de la China Popular, tenía relaciones diplomáticas con la mayoría de los países. En la actualidad, como consecuencia de la agresiva campaña de coerción iniciada en el año 2016 por el dictador Xi Jinping, con la República de China (Taiwán), sólo 12 países mantienen relaciones diplomáticas.
En una extraña lógica, que contradice los valores y los principios de las naciones que se presentan como libres, soberanas y democráticas, la comunidad internacional, prefiere mantener relaciones diplomáticas con una dictadura comunista salvaje, movidas por la codicia de hacer negocios desiguales con un gran monopolio estatal, controlado por el partido único, el Partido Comunista Chino.
Desde el año 2012, el dictador comunista, Xi Jinping, ha concentrado todo el poder político por haber consagrado su nombre e ideología en la Constitución del Partido Comunista Chino, con lo que logró elevar su estatus al mismo nivel casi sagrado de Mao Tse tung. También promovió los cambios necesarios para que su periodo en el poder quede sin límite, por lo que la duración de su dictadura puede ser vitalicia.
Con la llegada de Xi Jinping al poder, el tono se endureció y terminó con el periodo de “coexistencia pacífica” con la República de China (Taiwán). En el mundo diplomático, el accionar de los agentes diplomáticos de la dictadura comunista china, fue definido por el senador de los Estado Unidos, el demócrata Chris Coons, como bullying tactics por el tono agresivo y pendenciero con el que se trata a sus similares de otros países y se pisotea de manera agresiva la soberanía de instituciones y naciones enteras.
Se llevó el tono autoritario y el fascismo radical de Xi Jinping, a las relaciones internacionales chinas. Todo funcionario público de países extranjeros que tenga algún tipo de contacto con diplomáticos o empresarios de la República de China (Taiwán), es directamente recriminado o denunciado ante su superior jerárquico por los agentes del régimen.
También, se amedrenta y amenaza a los países que aún mantienen relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán) para que las rompan y las establezcan con la dictadura china. Es famoso el caso del soborno pagado al ex presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, para que rompiera relaciones con Taiwán, como efectivamente lo hizo, sin que, sospechosamente, existiera un motivo claro y suficiente.
En Colombia, por ejemplo, es tanta y tan evidente la violación sistemática de la soberanía colombiana por parte de los agentes diplomáticos de la China Popular que, Gustavo Petro, le prohibió a todos los burócratas colombianos, entablar conversaciones con ciudadanos de la Republica de China y, menos, hablar con los representantes del gobierno de Taipéi.
A la vez que han existido rumores, aún no probados, que varios de los burócratas de la cancillería colombiana y de otros estamentos oficiales, reciben dádivas y coimas desde Pekín para mantener aislada a la República de China de cualquier contacto comercial o institucional que, ante la evidencia de ese aislamiento y persecución, parece darle validez y confirmar esos rumores.
Esa actitud hostil de la diplomacia de la China Popular, llevó a que el Congreso de los Estados Unidos aprobara por unanimidad el TAIPEI Act (Taiwan Allies International Protection and Enhancement Initiative), en español la “Ley de Iniciativa de Protección y Mejora Internacional de los Aliados de Taiwán”.
Se trata de una Ley que fomenta la ayuda y cooperación de los Estados Unidos de América a los países que mantienen relaciones diplomáticas con la República de China (Taiwán), a los países que han mantenido oficinas de representación comercial, y a los países que han mantenido un trato amable y considerado hacia la República de China (Taiwán), haciendo caso omiso de las presiones de Pekín y del accionar de los enviados de la dictadura de Xi Jinping.
La Ley TAIPEI trata de enmendar, en algo, el terrible error histórico cometido por Richard Nixon, en un momento de gran debilidad en lo interno causada por la guerra de Vietnam y el escándalo de Watergate. Y busca enmendar el enorme desatino que significó darle la espalda a una democracia liberal, en favor de una dictadura comunista.
Una muestra de buena voluntad, que podría culminar en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Taiwán, fue la declaración hecha en mayo de 2019, por un grupo de congresistas argentinos, exigiendo que se invitara a Taiwán a la Asamblea Mundial de la Salud.
En mayo de 2020, congresistas de Taiwán, Argentina y de otros nueve países americanos, conocidos como el “Club Formosa”, enviaron una carta en la que solicitaron a la OMS, reconocer la necesidad de incluir a Taiwán al sistema de salud mundial.
El señor presidente Javier Milei, ha demostrado coherencia en todos los actos de su gobierno. Un acto de coherencia y grandeza, es restablecer las relaciones diplomáticas de Argentina con la República de China (Taiwán) que, dado su liderazgo mundial, promueva el final de la invasión del Partido Comunista Chino al territorio continental de la República de China y sea restituido el lugar privilegiado, que le fue usurpado, del que nunca debió haberse ido.