México se encuentra en una encrucijada crítica. Su dependencia de Estados Unidos, tanto económica como energética, lo coloca en una posición de extrema vulnerabilidad frente a cualquier conflicto, como una guerra arancelaria o una intervención estadounidense. Mientras el gobierno de Morena, encabezado por Claudia Sheinbaum, insiste en políticas que ignoran estas realidades, el país se tambalea al borde del colapso. Si Estados Unidos decide apretar las tuercas —parando las remesas, dejando de vender gasolina o interviniendo contra los narcos—, México tiene mucho más que perder que su vecino del norte, y el resultado podría ser devastador.
Una economía en la cuerda floja
La relación comercial entre México y Estados Unidos es asimétrica por naturaleza. Alrededor del 80% de las exportaciones mexicanas van a EE.UU., mientras que este último destina solo una fracción de su comercio exterior a México. En una guerra arancelaria, como la que Donald Trump ha amenazado con imponer (con tarifas del 25% o más), México enfrentaría un golpe económico brutal. Sectores clave como la industria automotriz, las manufacturas y la agricultura colapsarían ante la pérdida de competitividad, con un impacto estimado en miles de millones de dólares y una caída del PIB que algunos analistas cifran en hasta un 4%. EE.UU., aunque afectado, tiene una economía diversificada y resilientemente capaz de absorber el impacto, mientras que México carece de esa flexibilidad.
Pero no solo se trata de exportaciones. Las remesas, que en 2024 superaron los 60 mil millones de dólares anuales, son un pilar esencial para millones de familias mexicanas y representan uno de los mayores ingresos del país, solo superado por el turismo. Si EE.UU., en un escenario extremo, restringiera o detuviera este flujo —quizá como represalia en una escalada bilateral—, el efecto sería catastrófico. La pobreza se dispararía, el consumo interno se derrumbaría y el gobierno, ya endeudado hasta el cuello tras el sexenio de López Obrador, no tendría capacidad de respuesta.
Tres días de gasolina: la vulnerabilidad energética
Quizá el talón de Aquiles más evidente sea la dependencia energética. México importa más del 60% de la gasolina que consume, principalmente de refinerías estadounidenses en la costa del Golfo. Las reservas estratégicas del país son alarmantemente bajas: estimaciones históricas y comentarios en redes sociales coinciden en que oscilan entre 2 y 10 días, con un promedio que rara vez supera una semana. Si EE.UU. cortara el suministro —ya sea por sanciones, una crisis diplomática o una medida coercitiva—, México se paralizaría en cuestión de días. Transporte, industria y comercio colapsarían, y el desabastecimiento generaría caos social.
La refinería de Dos Bocas, promocionada por Morena como la solución a esta dependencia, ha resultado un fiasco: su producción es mínima y no compensa la incapacidad de las viejas refinerías de Pemex. La falta de inversión en almacenamiento y la apuesta fallida por la “soberanía energética” han dejado al país expuesto. Tres días de gasolina podrían ser todo lo que separa a México de un apagón económico total.
Narcos y corrupción: el talón de Aquiles político
Si Estados Unidos decidiera intervenir directamente contra los cárteles del narcotráfico en territorio mexicano, como ha sugerido Trump al calificarlos de amenaza terrorista, el impacto no sería solo de seguridad. Tal acción expondría la profunda corrupción que permea al sistema político mexicano, incluyendo a figuras de Morena. Las recientes acusaciones de nexos entre el crimen organizado y políticos de alto nivel —reforzadas por testimonios de narcos extraditados como “El Mayo” Zambada— pintarían un cuadro devastador. Una intervención estadounidense, con o sin aprobación de Sheinbaum, pondría al descubierto la complicidad o incapacidad del gobierno, erosionando aún más su legitimidad.
El enfoque de “abrazos, no balazos” de López Obrador, continuado por Sheinbaum, ha permitido que los cárteles se fortalezcan, mientras la violencia se dispara (más de 190 mil asesinatos en el sexenio pasado). Si EE.UU. actuara, ya sea con drones o fuerzas especiales, México no solo perdería soberanía, sino que enfrentaría una crisis política interna de proporciones históricas. La exhibición de la corrupción podría fracturar al gobierno y desatar una ola de descontento popular.
Morena y Sheinbaum: rumbo a la ruina
El gobierno de Morena, bajo Sheinbaum, parece incapaz o renuente a enfrentar estas amenazas. Su estrategia de “cabeza fría” y diálogo con EE.UU. ha sido insuficiente frente a las presiones de Trump, quien no duda en usar el poderío estadounidense para imponer su agenda. La deuda pública récord, la falta de un plan económico sólido y la negación de problemas como la producción de fentanilo en México han agravado la situación. Sheinbaum apuesta por el nacionalismo y la popularidad (con índices de aprobación altos hasta ahora), pero esto no detendrá una crisis si las fichas caen.
En un escenario extremo —aranceles, fin de las remesas, corte de gasolina y una intervención contra narcos—, el colapso sería inevitable. El gobierno no tiene reservas financieras ni energéticas para resistir, y la sociedad, ya golpeada por la inflación y la violencia, se enfrentaría a una ruina sin precedentes. México, bajo Morena, no solo está perdiendo tiempo: está exponiéndose a un abismo del que podría no regresar. Tres días de gasolina podrían ser el epitafio de un país que no supo prepararse para lo peor.