El fenómeno de la inflación, según la perspectiva de la Escuela Austríaca, no se entiende simplemente como un aumento generalizado y sostenido de los precios, sino como la expansión del dinero y del crédito sin respaldo en la producción real. En otras palabras, se trata de un incremento en la cantidad de dinero en circulación que distorsiona la función informativa de los precios, generando desequilibrios en la asignación de recursos y erosionando el poder adquisitivo de la moneda. Este enfoque resulta especialmente relevante al considerar la afirmación de Milei de que “la mejor ayuda para sacar de la pobreza a los pobres es bajar la inflación”, ya que sugiere que combatir este fenómeno implica restaurar la disciplina monetaria y permitir que el mercado se autorregule.
Diversos teóricos de la tradición austríaca han desarrollado argumentos que sostienen esta postura. Friedrich Hayek, en su obra Precios y Producción, enfatiza que los precios actúan como señales esenciales para la coordinación de la actividad económica. Cuando la emisión excesiva de dinero y la expansión artificial del crédito interfieren en la formación de precios, se produce una asignación ineficiente de recursos que desencadena ciclos económicos. Durante el auge crediticio, se forman burbujas que, al desinflarse, afectan de manera especialmente perjudicial a quienes cuentan con menor protección frente a las fluctuaciones del mercado. Así, la corrección del sistema mediante políticas que limiten la expansión del crédito resulta en una mayor estabilidad y en una asignación de recursos más acorde con la realidad económica.
Jesús Huerta de Soto profundiza en esta problemática en Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos, explicando que la intervención estatal en la emisión de dinero y la concesión de crédito rompe el equilibrio entre la oferta monetaria y la producción real. Esta desconexión da lugar a ciclos de auge y caída que deterioran la estructura económica, afectando de forma directa a los sectores más vulnerables. Huerta de Soto introduce además el concepto de eficiencia dinámica, que se refiere a la capacidad del mercado para adaptarse e innovar cuando los precios se forman libremente y reflejan la verdadera oferta y demanda. En este escenario, una política que evite la inflación excesiva no solo estabiliza la economía, sino que también impulsa un crecimiento sostenido que beneficia a todos los estratos sociales.
Ludwig von Mises, en La Teoría del Dinero y del Crédito, ofrece una crítica contundente a la expansión artificial del crédito. Según Mises, cuando se crea dinero sin respaldo en el ahorro real, se generan inversiones que no responden a las verdaderas preferencias del mercado, lo que conduce a la formación de burbujas económicas y, en última instancia, a recesiones que afectan severamente el poder adquisitivo de la población. Este proceso deteriora el valor real de salarios y ahorros, erosionando la capacidad de los sectores más desfavorecidos para acceder a bienes y servicios básicos. La solución, desde su perspectiva, es establecer una disciplina monetaria estricta que impida la creación indiscriminada de dinero y permita que los precios reflejen de manera fiel la realidad de la oferta y la demanda.
Por otro lado, Phillips Bagus introduce la idea de la “deflación benéfica”. Según esta postura, una reducción ordenada de los precios —siempre que se deba a mejoras en la productividad y en la eficiencia del mercado— puede funcionar como un mecanismo correctivo. En un entorno deflacionario ordenado, la caída de los precios no es síntoma de una contracción económica, sino el reflejo de un ajuste en el que los bienes y servicios se valoran de forma más precisa de acuerdo con los fundamentos reales de la producción. Esto repercute positivamente en los hogares de menores ingresos, ya que sus salarios y ahorros mantienen o incluso aumentan su valor real, facilitando una mejora en la calidad de vida y una mayor movilidad social.
La integración de estas perspectivas teóricas refuerza la idea de que reducir la expansión monetaria y, en consecuencia, la inflación, es fundamental para combatir la pobreza. Al permitir que los precios se ajusten de manera natural y limitar la expansión artificial del crédito, se favorece una asignación más eficiente de los recursos, se minimizan los ciclos de auge y caída y se protege el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables. La estabilidad monetaria, en este marco, no solo evita la pérdida de valor del dinero, sino que también genera un entorno propicio para la inversión y el ahorro, creando un ciclo virtuoso que impulsa el crecimiento económico inclusivo.
En definitiva, la revisión de las teorías de Hayek, Huerta de Soto, Mises y Phillips Bagus evidencia que, desde la óptica austriaca, la inflación es ante todo un fenómeno de expansión monetaria desmedida que distorsiona la señal de los precios y provoca desequilibrios estructurales. La implementación de políticas que frenen esta expansión y permitan una corrección ordenada del sistema de precios se presenta como una estrategia eficaz para mejorar las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos. Este enfoque teórico plantea un desafío importante para los responsables de las políticas públicas: diseñar un marco monetario que garantice estabilidad, eficiencia en la asignación de recursos y, en última instancia, un crecimiento sostenible y equitativo.
Referencias
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Hayek, F.A. (1931). Prices and Production (Precios y Producción). Londres: Routledge.
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Huerta de Soto, J. (1998). Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos. Barcelona: Unión Editorial.
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Mises, L. von (1912). The Theory of Money and Credit (La Teoría del Dinero y del Crédito). Londres: Macmillan.
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Bagus, P. – Diversos artículos y ensayos en publicaciones especializadas de la escuela austríaca, en los cuales se defiende la “deflación benéfica” y la corrección de la expansión crediticia artificial.
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Huerta de Soto, J. – Artículos y conferencias sobre la teoría de la eficiencia dinámica y el impacto de un entorno de precios ajustados en la asignación de recursos y el crecimiento económico.